Crítica de la película A history of violence (Una historia de violencia) por Romulo

Peckinberg


4/5
21/10/2005

Crítica de A history of violence (Una historia de violencia)
por Romulo



Carátula de la película Parece ser que la historia de violencia que Cronenberg nos trae nace de lo que ahora se ha dado en llamar novela gráfica. No tiene que extrañarnos que un producto como este haya sido parida desde las entrañas del mundo comic. Sin ir más lejos, la última película (hasta la fecha) de Sam Mendes, 'Camino a Perdición' (modifico ligeramente el título, como véis, porque me niego a compartir la castrada y oficial traducción que conoció en el mercado español), tuvo un origen idéntico. Y es que el comic abarca cada día más amplios géneros de narración; seguramente nuestro compañero Beiger podría explicárnoslo mucho mejor.

El caso es que, de todos modos, David Cronenberg es David Cronenberg. Claro. David es David, no va a ser Alberto. Pero captáis la idea: Cronenberg es un autor muy personal y aunque en este caso hasta parece salirse un poquito de su camino habitual, no creo que el desvío vaya a ser tan notable. Incluso habrá que ve si ese desvío existe, realmente. A lo que iba: Que Cronenberg ha usado el origen gráfico como inspiración y ha trabajado, desde ahí, libremente. Muy libremente.

Esta historia de violencia es un drama de violencia, un análisis de violencia, un retrato de violencia y un retrato de una franja de país, la América sureña, que dibuja sus personajes en esos límites ficticios pero de nombre diáfano: Americana. Es la violencia, parecen querer decirnos, un virus innato, un mal que nace con cada habitante de esta América maldita, y Cronenberg quiere acercarse a ella como sólo lo ha hecho, hasta ahora, Sam Peckinpah. Al menos, el Peckinpah de según qué títulos, el Peckinpah más sucio a la par que fresco, el más genuino, hasta me atervería a decir que el más gratuito. El Peckinpah de 'Perros de paja'. Sólo siendo tan gratuito como en ese festival final (me refiero aún a 'Perros de paja') podía cobrar la obra todo su sentido y, paradójicamente, perder esa gratuidad.

Y aunque sé que esto también es paradójico, espero ver a un Cronenberg maduro, profundo, pero muy Cronenberg -aunque la película parezca que nos lleva muy lejos de sus obsesiones y estilo-, y a la vez espero vislumbrar la huella de los grandes retratistas de ese mal de la América más profunda (y de tantas Américas profundas que no están sólo en aquel continente, precisamente), desde William Faulkner hasta Sam Peckinpah.


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