Leo con interés la precrítica de esta película que firma mi compañero Sherlock. Un director surgido de entre las páginas de Cahiers du cinéma, cine de alto calado intelectual, referencias a la herencia de la Nouvelle-Vague... Muchos considerarán todos estos datos argumentos de peso. A mi me dan miedo. Mucho miedo. Después de ver auténticos despropósitos como los perpetrados por Pascale Ferran en la soporífera Lady Chatterley (con el beneplácito de gran parte de la crítica francesa, dicho sea de paso) ya no me fío de nuestros vecinos. En esta ocasión también nos hallamos ante una nueva versión de un texto clásico, aunque ciertamente menos formal que la de El amante de Lady Chatterley.
El texto de Madame de La Fayette que esta película adapta a la época actual supuso en su día una auténtica revolución, hasta el punto de ser considerado una de las primeras novelas modernas. Pero mucho me temo que la referencia a La Princesa de Cléves sea una mera excusa. Para camuflar una historia convencional bajo un halo de pedantería nada mejor que recurrir a referencias literarias como la citada. Porque lo cierto es que bajo el pretexto de un film sobre la deconstrucción de las relaciones en la adolescencia, La belle personne puede caer fácilmente en los tópicos de una película de institutos a la que asfixian sus propias pretensiones analíticas. El realizador Christophe Honoré -Ma mère, Dans Paris, Les chansons d'amour- y sus jóvenes interpretes, encabezados por Louis Garrel, se merecen no obstante un voto de confianza. Pero solo uno.