Crítica de la película Ratatouille por Iñaki Ortiz

Perfecta en muchos aspectos


4/5
08/08/2007

Crítica de Ratatouille
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película A mi lado, un pobre crío después de más de hora y media de diálogos que no terminaba de comprender imploraba a su madre “me quiero ir” y la madre le instaba a esperar, no sé yo si por no salir en mitad de la película o porque verdaderamente estaba interesada.

Es un error enfocar esta película hacia el público infantil, un engaño de la publicidad (con trailers que contienen escenas que no aparecen en la película) y un descuido de los padres. Esto también afecta a la película, claro, que no termina de decantarse.

Existe una notable diferencia entre las películas de Pixar con y sin Brad Bird. No es lo mismo Monstruos S.A. que Los Increíbles y no es lo mismo Cars que Ratatouille. Porque las otras son para críos, disfrutables por los mayores, eso sí, pero para críos. Estas son para mayores y, a veces, algo más disfrutables por los más pequeños como en el caso de Los increíbles, o menos como en esta ocasión. Da la sensación de que Bird se ve obligado a tomar un argumento con ratas porque, al fin y al cabo hay que vender entre el público infantil y hay que hacer muñequitos, y se defiende como puede para sacar adelante la película que realmente quiere hacer, sobre otro proyecto que ya existía.

Estamos viendo una película madura, con diálogos interesantes, pero a cada rato nos topamos con tonterías más propias de los pequeñajos. Uno se pregunta, ¿cómo conseguirá Linguini cocinar con la rata? Y la respuesta la da un chapucero petacho como es el de la marioneta. Y sonríes, medio perdonando porque dices, es una película para críos sobre una rata que cocina. Como este ejemplo muchos otros. Pero ¿es o no es una película para niños? Esta indefinición es dañina tanto para pequeños como para mayores y creo que es el verdadero problema de la película que no le permite ser excelente. Si somos un poco exigentes como la rata protagonista veremos que la receta no es lo refinada que debería ser. Mucha solución fácil amparada por el manto de su temática infantil.

Además supone un retroceso a las comedias clásicas, tanto de Disney como, si vamos más lejos, de las grandes comedias clásicas de imagen real. Y esto para muchos críticos parece ser un gran virtud y hasta la esencia de un guión perfecto. A mí me parece lo dicho, un retroceso, y un ejemplo de guión simple en el que podemos ver claramente su mecanismo que encaja correctamente. Sin duda esta opción tan formal, tan clásica, tan correcta hará las delicias de muchos críticos, no es mi caso. Son precisamente los pequeños despuntes de la acción, como el momento de los amantes y la pistola, los que me parecen más destacables. Lo inesperado.

Para colmo, dura dos horas, terrible para los niños y algo sobrante para los adultos, pues algunas escenas pecan de innecesarias o repetitivas. Ayuda, eso sí, el ritmo trepidante general.

¿Es que está tan mal? En absoluto, supera notablemente al resto de las producciones de Pixar, excepto a Los Increíbles. Pero se percibe tanto talento que es fácil sentirse defraudado porque la película podría ser mucho mejor. Hay montones de momentos divertidos, emocionantes, y momentos de brillantez como Ego probando su plato a lo magdalena de Proust. Encuadres maravillosos como el ratón perdido en las alcantarillas, en un picado con tuberías oblicuas. Planos como el de la primera rata a contraluz, la máquina de escribir de Ego y prácticamente todas sus intervenciones… y podría hablar de muchos otros.

La fotografía, sí, digo bien, la fotografía, es absolutamente excepcional. Un ambiente romántico en un parís de colores exquisitos. Una cocina que muy bien podría ser la de la deliciosa Martha, con esos tonos cobrizos. Sinceramente, creo que la luz y el color son más exquisitos que en la mayoría del cine “real”.

La cámara se maneja como quiere por donde quiere, con virtuosos y espectaculares movimientos por la cocina, dentro de persecuciones y peligros en constante cambio.

La banda sonora de Michael Giacchino no tiene la personalidad que consiguió con Los Increíbles pero sigue siendo fabulosa.

Técnicamente perfecta, uno ve como una crema caliente es derramada suavemente sobre un plato de aspecto sabroso y la ilusión resulta perfecta. Por supuesto, no se comete el error de intentar buscar rostros realistas sino caricaturescos y expresivos. Los movimientos de las ratas, las texturas de las comidas, las impresionantes escenas acuáticas, la luz… un sinfín de detalles donde no se huye de ningún reto y se busca el más difícil todavía.

Una de las cosas más interesantes es aquello de lo que habla. Y desde luego puede ser el arte, y si lo reducimos más, el cine, pero yo quiero ir más allá, creo que esta película habla de Disney. Haciendo un paralelismo con Walt Disney y Gusteau y la decadencia de la empresa tras su muerte, no veo difícil imaginar la rata Remy como Pixar que del lugar más insospechado llega para salvar la empresa con su gusto meticuloso por el detalle y dejando a un lado la repetición de las viejas recetas (como las del compañero graciosete, etc.) para cautivar al público con nuevos platos.

Para terminar, a quien me diga que no se le puede pedir más a esta película, le digo que sí, porque no es una película para niños, entra en la liga de las grandes películas y no la encumbremos sólo porque escape notablemente del primer conjunto, juzguémosla con la exigencia que el propio film venera. Ojalá se le permita a Brad Bird realizar películas que estén dirigidas definitivamente y sin peros al público adulto. Pero lo veo muy difícil.



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