Crítica de la película De tu ventana a la mía por Iñaki Ortiz

Primavera, verano, otoño


4/5
22/03/2012

Crítica de De tu ventana a la mía
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Paula Ortiz nos presenta tres universos diferentes dentro de las categorías de primavera, verano y otoño. Cada uno de estos universos tiene sus propias reglas estéticas y su valor conceptual. La inocencia, la madurez y la vejez. También lo podemos aplicar a la edad del siglo XX, en sus épocas más convulsas en España. La directora vuelca todo su talento para que sintamos cada atmósfera al máximo, potenciando así la carga psicológica de cada edad a través de la poesía de sus imágenes. La ambientación del entorno está íntimamente relacionada con los procesos interiores de sus protagonistas.

Con la primavera, nos presenta a una Leticia Dolera delicadísima, frágil, como las flores del invernadero de cristal, o como el frasco de medicina violeta. Con la inocencia y el romanticismo puro de su edad. Un ejercicio de imaginería romántica que recuerda un poco a lo que hizo Jane Campion en Bright Star, con sus textos de pluma perfecta y sus bosques verdes (véase un ejemplo gráfico).

Con el verano el estilo es completamente diferente. Páramos muertos, azotados por el viento inagotable, como en la última película de Bela Tarr, The Turin Horse, parece ser un escenario apocalíptico, donde la vida se mantiene a duras penas. Una mujer fuerte, responsable, capaz de afrontar los golpes más duros de la vida. Brillante Maribel Verdú con momentos desgarradores. Cárceles sucias y arenosas en las mismas entrañas de la tierra. Especialmente intenso es el momento de los huevos derramados.

Y un otoño melancólico, gris, sin vida, donde los edificios se derrumban de viejos. Una historia de una vida malgastada. Luisa Gavasa ejecuta con buen pulso un personaje oscuro y triste, con una puerta a la esperanza.

Estas vidas están tan cargadas de detalles que se podría escribir con detenimiento de cada una de ellas. De la ambientación exquisita y enormemente precisa, de los logros poéticos y muy sensoriales de cada estilo. Y también de las bellas transiciones entre ellas, con ese hilo empapado en sangre. Hilos tejidos desde cada ventana, que se unen en el infinito como la líneas paralelas, vidas paralelas. La imagen no puede ser más poderosa.

Parece bastante evidente la influencia de Las horas, tanto en el argumento (la vida de 3 mujeres reprimidas en tres tiempos), como en la forma de ágil montaje paralelo. También en el recargado sonido, aunque aquí con una banda sonora menos brillante, claro, y con un aparado de sonido quizá algo justito aunque muy esforzado. En todo caso, una obra trabajadísima, sin miedo a las pretensiones, y por qué no decirlo, a cierta pedantería cursi, que explota al máximo sus limitados recursos. Muy prometedor inicio en el largo de Paula Ortiz, una directora a seguir.



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