Crítica de la película Wall-E por Romulo

Primera media hora sublime


4/5
08/08/2008

Crítica de Wall-E
por Romulo



Carátula de la película Tan buena es la primera media hora de Wall-E, tan diferente, tan arriesgada, tan perfecta técnicamente y tan osada artísticamente, que el resto, esa peliculita divertida y graciosa de aventuras plagada de robots y muñecos gordos, a pesar de lo entretenido, sabe a poco. O a menos, si acaso.

Y eso que está bien: el ritmo es frenético, no hay un sólo instante para el aburrimiento, hay varios gags realmente graciosos, algún que otro personaje secundario encantador, varias escenas de acción realmente bien llevadas e incluso resulta original ese futuro distópico que nos presenta a la humanidad reconvertida en clientes inmóviles de una especie de crucero eterno. Todo hecho, señores. No se muevan.

Está muy bien. Pero nada más. Es una película de dibujos animados, graciosa y divertida, que acaba por evidenciar su mensaje ecologista. Y sé que en realidad nada de lo que señalo es malo, o no tiene por qué serlo al menos, pero insisto: cuando sabe a menos es cuando pasamos a un análisis comparativo inevitable. La primera media hora pertenece a la misma película y por lo tanto ese nivel inicial es el que cabría exigirle también al resto del metraje.

Porque la película arranca sublime. Esos treinta minutos (aproximadamente) que vivimos primero únicamente con Wall-E y luego también con EVA, son una auténtica fardada. Puro arte. Y técnicamente impresionantes. Hay un dato innegable, y es que cualquiera de los fotogramas de esa primera parte podrían meterse en una película de acción real y no darían el cante. Hay escenarios recreados digitalmente en alguna que otra película de gran presupuesto que cantan muchísimo más.

Además, los chicos de Pixar se esfuerzan por simular movimientos de cámara como barridos, zooms nerviosos e imperfectos, queman la "fotografía" (entiéndame, sé que esto es animación) voluntariamente.... Es decir, imitan a la perfección la textura y complejidad de la imagen real. El resultado no es animación perfecta; es directamente imagen real, al ojo del espectador. Luego, lástima, también esto se pierde, entre batallitas y desventuras espaciales.

Además, en ese tramo inicial conocemos a Wall-E, un cachivache realmente entrañable, de un carisma y una expresividad brutales. Y EVA constituye una auténtica fardada de Pixar: Demuestran que no sólo son buenos por su capacidad técnica superior; con sólo dos ojos y un cuerpo blanco y de corte minimalista han conseguido dotar a su robot femenino de una expresividad mayúscula. Una gozada.

El futuro funesto de la Tierra se entiende poco a poco, y a retazos, mucho mejor y más a gusto en esos primeros minutos que tampoco aburren a pesar de la soledad de Wall-E, y a pesar de la ausencia de diálogos. Es una parte menos orientada al público infantil, con una banda sonora también más oscura. Luego llegan las concesiones.

Eso sí, entre robots rebeldes, luces y frenesí, los creativos de Pixar nos reservan un momento mágico, al menos, pasados dos tercios de película: Wall-E y EVA en el espacio, cruzándose involuntariamente una y otra vez (él propulsándose con un extintor) hasta que consiguen encontrarse y (¡sí!) besarse. Ya digo: mágico.

Otra vez será: Wall-E no es el peliculón que yo esperaba. Lo fue durante treinta minutos. Luego volvimos a ver una aventurilla con muñecos divertidos. Pero son muy divertidos, eso no lo niego.




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