Crítica de la película Luces Rojas por Obi-Wan

Quien mucho abarca


2/5
08/03/2012

Crítica de Luces Rojas
por Obi-Wan



Carátula de la película Lamentable como un título con tanto potencial puede convertirse en un espectáculo circense dónde todo tipo de números son admitidos.  Y es que la principal sensación que deja el film es que juega a muchos géneros a la vez, intentando dar el golpe de efecto con cada uno,  persiguiendo desviar la atención del espectador, como ya se nos explica claramente durante una de las escenas, para que no miremos dónde tenemos que mirar.

La cinta va acumulando estratégicos momentos estelares  en sus primeros minutos, dónde la trama se va desarrollando de manera magistral, todo hay que reconocerlo: La supuesta casa encantada, su explicación posterior en la clase y la presentación de los personajes que interpretan Sigourney Weaver y Cillian Murphy. Pero hay tres escenas claves en este primer tramo que dejan claro algunos aspectos. La bajada del avión de Robert De Niro, si bien demuestra al cien por cien que este ve, ya deja asomar un atisbo de duda. La Weaver en su casa con la cuchara doblada en la mano, que indica que alguien va a tener poderes de verdad. Y la tercera y clave, es que el propio protagonista ya confiesa que es psíquico.  Y aun con todas estas claves en la mano, la película podía haber sido interesante dejando aparecer la duda de nuevo, pero prefiere centrarse en los espectáculos televisivos y a intentar que a algún espectador despistado le dé un ataque al corazón con pájaros empotrándose contra las ventanas. ¿Pero de verdad no estaba más que claro que Murphy tenía poderes y que por eso estaba trabajando junto a la Weaver? ¿No bastaba con la explicación a la chica de el truco consiste en hacerte mirar dónde no debes y confesar que tenía poderes paranormales abiertamente? Y si el juego era ese,  es decir, avisar para después demostrar, lo ha hecho de manera latosa y nada mágica, porque ese final parecía un X-Men extraviado buscando la morada de Charles Xavier.

Así que sin saber muy bien en qué momento, la cinta se hace aburrida porque rodea la misma idea sin avanzar, más que poniendo los pelos de punta con escenas muy técnicas o estéticamente tan curradas que me han recordado a David Lynch. En verdad todo lo que tiene unas cortinas tan enormes de terciopelo rojo me recuerdan a él. Y llegamos al tramo final, que me ha parecido sonrojante. Toda la escena final del teatro es tan espectacular como algo irrisoria, de lucha de titanes con redoble de tambor. Y qué decir de la explicación final, con esos flashbacks indecentes y abusivamente explicativos.

En resumen, salvo el tramo inicial que ha sido un soplo de aire fresco, me he aburrido (bostezos incontenibles incluidos) y el final me ha cabreado soberanamente. Lo malo es que Cortes sigue apuntando alto porque su calidad así lo demuestra, tanto en ideas como en destreza grabando. La siguiente quizá.




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