Crítica de la película Lady Chatterley por Keichi

Redescubrimientos pasados de moda


2/5
05/10/2007

Crítica de Lady Chatterley
por Keichi



Carátula de la película Lo primero que llama la atención de Lady Chatterley es que es una producción de altura. El cine francés trata de superarse a si mismo con el ambicioso proyecto de adaptar una de las versiones de la polémica -en su día- novela El amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence. La directora Pascale Ferran es uno de esos autores cuya firme formación cinematográfica influye decididamente en su trabajo. Efectivamente, la realizadora deja entrever desde un primer momento sus precisas dotes a los mandos de la cámara, pero lo cierto es que, aunque llegamos a entender su mensaje, no comprendemos de igual manera sus motivaciones.

Como era de esperar, la ambientación es todo un acierto. Bien es cierto que en una película de época este apartado debe cuidarse especialmente, pero es que además, en Lady Chatterley esta cumple una función especial. Efectivamente, tanto los diversos vestidos que luce a lo largo del film la protagonista como la imagen de la naturaleza, omnipresente en muchos de sus planos, no son en absoluto casuales. La metáfora del despertar sexual, en este caso más bien un descubrimiento, ha sido ejemplificada de este modo en numerosas películas, siendo una de las más notables la compleja y magnifica En compañía de lobos, de Neil Jordan. Al igual que en el viaje de Rosaleen, hay que mantener los ojos atentos tanto a esos planos del bosque -perfecto simbolismo de lo animal, la vida, la pasión- como a la ropa con la que paulatinamente se va vistiendo lady Chatterley. Aquí también juega un especial papel el color rojo, otra palabra almohada de otras tantas como corazón, sangre o fuego. Lo cierto es que el citado ejemplo nos viene a dar una idea de lo trillado que está este recurso estilístico.

Su contraparte la encontramos en esas habitaciones azotadas por climatologías adversas. El mal tiempo es sinónimo de ausencia de sexo, tanto en clave metafórica como en la vida real de la película. La hallamos también en ese cuerpo desnudo que se observa en el espejo, esa esbelta mujer en la flor de la vida -y que más tarde será cubierto, de hecho, con autenticas flores- que ha de contentarse con su propia sexualidad, como aparece igualmente en esa conversación inicial sobre la muerte, en forma de cuerpos mutilados en la guerra. Frente a esas metáforas, más o menos claras, la película deja que el espectador intuya muchas otras cosas antes que decirlas abiertamente, como por ejemplo la relación que existe entre Constance y la enfermera, más explotada en otras versiones de la historia. No nos hace falta saber que ella conoce y consiente el secreto de su superiora. Nos basta con leer las cartas que le escribe para adivinarlo. Eso demuestra un buen trabajo por parte del guión.

Las interpretaciones de absolutamente todo el reparto son impresionantes, sobre todo la de Marina Hands en el papel de Constance. Es pura inocencia y sensualidad y los numerosos reconocimientos obtenidos por la crítica francesa vienen a confirmar lo mucho que les gustan a nuestros vecinos jovencitas como la Amelie Poulain de Jeunet. Jean-Louis Coulloc'h da vida de forma convincente al guardabosques, personaje tremendamente hosco al principio pero que gracias al influyo de su amante sufrirá una pasmosa transformación en espíritu bello, que el buen hacer del actor consigue convertir en creíble. Tampoco se queda atrás el trabajo de Hippolyte Girardot como el inválido marido de Constance, cuyas virtudes podemos contemplar en su mirada triste y furiosa, tratando de elevar su silla de ruedas por una colina demasiado empinada. El resto de secundarios, Hélène Alexandridis y Hélène Fillières, consiguen hacerse fácilmente con unos personajes no demasiado desarrollados. Quizás el mejor ejemplo de todos estos aciertos sea el que, a los ojos del espectador, no chirría demasiado el que los actores sean franceses haciéndose pasar por ingleses. La banda sonora, como no podía ser de otro modo, es de carácter clásico.

Contando con unos ingredientes de semejante calidad, ¿dónde radica el fallo de Lady Chatterley? Básicamente, la película de Pascale Ferran tiene dos inconvenientes. Uno es su excesiva duración, a todas luces achacable a su naturaleza pretenciosa. Pero el más definitivo es el fondo de lo que se nos está contando. ¡Lo que quiere decir Lady Chatterley lo hemos visto no cien sino miles de veces! Uno se para a pesar que esta película podría haber sido rodada hace treinta años y es entonces cuando comprende que en el citado plano cinematográfico se cumple paso por paso esta premisa. ¿Realmente deben impresionarnos esas escenas de sexo bajo la lluvia? ¿Puede el espectador ser tan ingenuo como para compartir la emoción de la protagonista al ver desnudo el cuerpo de Parkin? ¿Solamente pretende decirnos eso la película? ¡Es que acaso el erotismo, hoy en día, sigue siendo un tema tabú como para que haya que revindicarlo de este modo!

Como viaje iniciativo a un nuevo mundo, el film se hunde en lo repetitivo. Por no hablar de su pretenciosidad. Me ahorrare los comentarios sobre la inclusión de esos inútiles textos de la novela en pantalla y la parte rodada como si de una cinta antigua se tratara. Pasan las horas y seguimos avanzando en una única dirección, hacia un final previsible. Al acabar la proyección, los peores pronósticos se cumplen. A todas luces, Lady Chatterley es una película completamente obsoleta. ¡Menos mal que su directora ha escogido adaptar la versión más moderna del clásico en que se inspira!

Tras un análisis en profundidad, llegamos a la conclusión de que hemos asistido a una deconstruccion de la pareja a través del sexo. Del sexo como instrumento del placer se pasa al descubrimiento del amor y la pasión. Sexo, perfectamente mostrado, pero ¿y los sentimientos? ¿Cómo se abordan los sentimientos en la película más allá del sexo? De manera torpe y banal. De hecho, si uno lo piensa fríamente, da la impresión de que la directora haya querido idealizar un desenlace que a todas luces demuestra la poca moral de su protagonista, un ser egoísta en extremo. Ahora bien, como nos lo rodean todo de flores, queda como más bonito. Uno siente una tremenda vergüenza al recordar los cinco premios César que se ha llevado esta producción. Eso de que los franceses son unos chovinistas siempre me ha parecido un mito absurdo, pero en esta ocasión, se lo han ganado a pulso.




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Lady Chatterley en festivales: Festival de Berlín 2007 , Festival de Tribeca 2007 , Festival de San Sebastián 2007 , Festival de Sevilla 2007




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