Crítica de la película Sherlock Holmes: Juego de sombras por Hypnos

Entiendo que el título le lleve a más de uno a pensar que estamos ante un nuevo capítulo de La que se avecina, pero es que no se me ocurría mejor metáfora, si es que tengo la desvergüenza de llamarle metáfora a este símil.

Me sucedió con la primera película de la saga que no me esperaba nada y me acabó enganchando y encandilando. A veces los cambios son para bien. Me sucedió también con la serie de Sherlock, que el primer capítulo no terminó de engancharme y sí a partir del segundo. Dos reinterpretaciones de Sherlock, la de Robert Downey Jr. y la de Cumberbatch que me resultan tan distantes como acertadas.

Pero lo que le sucede a esta segunda parte de Sherlock es que ha perdido frescura. Y eso que Ritchie jugó bien sus bazas al dejar el plato fuerte para la segunda película: Moriarty. Incluso el hermano de Sherlock que tampoco apareció en la primera película y que podía dar mucho juego en la segunda.

Pero este Moriarty no ha terminado de funcionar a pesar de que la película, en la partida de ajedrez entre Holmes y Moriarty, sí que remonta y nos ofrece los mejores momentos de la misma. Sobre todo con el momento en el que el propio Moriarty también tiene el poder de predecir los movimientos de un combate. El guiño a la novela en la que muere Holmes está perfectamente conseguido.

Lástima que por el camino tengamos un exceso de fuegos artificiales, de acción que ya no es capaz de removernos del sillón con la misma intensidad y que la química entre Downey y Law esté un poco manida, y eso que sólo llevamos dos películas. La saga, que desconozco si tendrá tercera película, marca una tendencia bajista.