El idioma imposible es una
película que tiene cierto criterio a la hora de crear una atmósfera
y que busca hacer un trabajo de calidad. Además se nota el buen ojo
a la hora de trabajar las localizaciones y tomar decisiones de
dirección artística. No puedo dejar de destacar el trabajo
bienintencionado que hay detrás del film, sin embargo no da la talla
de ninguna manera.
La película funciona muy despacio, se
toma demasiado tiempo para cuestiones que el espectador ya domina.
Durante minutos y minutos hemos visto la cara mustia y pensativa del
protagonista que evalúa los hechos, en una pose trascendente, pero
conocemos tan bien los pormenores del yonqui que no necesitamos ese
espacio para la reflexión. Cuando venimos de ver película como Le
refuge, donde Ozon rueda un plano del pinchazo en el cuello que marea
a medio público, ver un larguísimo plano de una cortina es ridículo
y desde luego aburrido. No se siente ningún tipo de horror tras ella. Además, la
película cae en varios tópicos formales, como por ejemplo el de los
personajes mirando al mar.
Los diálogos tampoco funcionan,
pretenciosos, muchas veces perdidos en su propio enrizamiento, y para
colmo sin demasiado contenido. Diálogos y exceso de caras mustias,
provocan que los actores tampoco estén demasiado afinados, con la
excepción del genial Karra Elejalde.
La clásica película barata de
festival de finales de los noventa, que podría recortarse a la mitad
sin perder interés. Con las buenas intenciones no basta.