Crítica de la película Un profeta por Iñaki Ortiz

Retrato social y cine negro


5/5
07/03/2010

Crítica de Un profeta
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Un profeta contiene dos películas en una. Por un lado es una película social, sobre la cruda realidad de la cárcel, sobre la perra vida de raterillos sin futuro, sobre la situación de las diferentes etnias y grupos en los bajos fondos franceses. Por otro lado, también es una película de mafia, de ascenso de un pobrezuelo delincuente al estilo de El padrino II, de estrategia e inteligencia. Ambas funcionan de forma impecable con un guión afinadísimo y una gran ambientación e interpretaciones.

Quizá su faceta más social, la que se desenvuelve principalmente en la primera mitad de la película, sea la más interesante debido a su carga dramática y a la profundidad de los personajes. El momento más intenso de la película se produce cuando Malik debe afrontar su primer asesinato, con ese plano escalofriante de la gota de sangre cayendo por la comisura de los labios de un forzado asesino. Aquí todavía el personaje es un pobre desgraciado, navajero de poca monta, en su primera visita a la cárcel de los mayores. La tensión que había ido creciendo con la huída sin salida del protagonista explota en ese punto. Para ello es necesario encontrarnos con ese personaje creíble, en una situación y entorno hiperrealistas. Un protagonista árabe que no cae en ningún cliché habitual, ni el de malvado villano, ni el de santurrón de beatas costumbres. Es un hijo de su realidad, de lo que le ha tocado vivir y el espectador puede comprender sus actos sin necesidad de justificarlos. Audiard crea una imagen claustrofóbica y repleta de suspense en esa cárcel, que más adelante subrayará con la libertad del vuelo en avión o los pies en la orilla del mar, imágenes contundentes.

Por otro lado, el ascenso, con no demasiada violencia y mucha estrategia. La inteligencia del personaje, de bajar la cabeza y tragar, para terminar triunfando frente a su dueño, recuerda a una película mucho menos cruda, Cadena perpetua. Una vez más, aquí se cuida la credibilidad, no es suficiente con algún plan rocambolesco imposible para conseguir el objetivo. No, el ascenso de Malik se desarrolla poco a poco, con descaro, valentía e inteligencia, pero sin artificiosos derroches ni finales de esplendor. Sus movimientos son creíbles. Aunque en esta parte de la película la carga de suspense y dramatismo es menor, se disfruta su inteligencia y el desarrollo del funcionamiento de los diferentes mecanismos mafiosos en la Francia actual. El final, con esos 50 francos arrugados y cuatro porquerías en la caja, frente a la escolta de tres vehículos es impecablemente descriptivo.

Excelente interpretación de unos actores que en ningún caso parecen de cartón piedra, especialmente el protagonista Tahar Rahim, y el mafioso corso Niels Arestrup. Aunque todo el reparto es perfectamente creíble. El ambiente de la cárcel, las paredes, el patio, todo es nuevo y real, ya que, como ocurría con Celda 211, no se ha copiado absurdamente el modelo americano, que aquí no tendría sentido, sino que se ha sabido adaptar el género a nuestra realidad. Excelente trabajo del que uno sale del cine con la sensación satisfactoria de haber visto una buen cine.



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Un profeta en festivales: Festival de Cannes 2009 , Festival de San Sebastián 2009 , Festival de Estoril 2009 , Festival de Sundance 2010




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