Crítica de la película Harry Potter y la orden del Fénix por Iñaki Ortiz

Se acabó el juego


4/5
17/07/2007

Crítica de Harry Potter y la orden del Fénix
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Ya no hay lugar para tonterías, las cosas se han puesto muy feas. Se han puesto feas para Harry, porque para nosotros, el público, se están poniendo mucho mejor.

No sé a quien tengo que agradecerle la calidad de esta entrega, si a su director, David Yates o a su guionista, Michael Goldenberg. Parece que este guionista le ha dado toda una lección a Steve Kloves (el encargado de todas las demás entregas) de cómo se reparten los tiempos y la importancia en una adaptación de un libro de tal cantidad de páginas. Está claro que hay que prescindir de muchas cosas debido a la limitada duración de la película, pero lo importantes es guardar la esencia y no dar la imagen de una inmensa sinopsis.

Esto, que en la anterior entrega no estaba nada conseguido, aquí está bastante cuidado. Jugando con secuencias como la de las clases que imparte Harry de las que vamos viendo retazos bien engarzados y usando el lenguaje del cine, donde los personajes pueden expresar en dos palabras lo que acaban de hacer sin darle mayor importancia. Todo esto vamos a reconocérselo a Goldenberg y espero que Kloves pueda seguir en la misma línea en las dos entregas restantes.

Otra mejora notable es la dirección. Punto para Yates. Ya desde el primer momento, con ese Potter en el columpio frente a la pandilla de gamberros, todo tiene un aire de realismo y mucha potencia. Ver a los dementores en un sucio subterráneo provoca un contraste entre realismo y magia absolutamente interesante. Un retorno a las calles de Londres de Cuarón que le sienta de maravilla a la película. Yates sabe mantener una tensión contenida durante las casi dos horas y media del film. Esto es imprescindible para un punto en la saga en el que la situación está al límite.

¿Comparaciones? Naturalmente la pericia de Cuarón es superior, pero Yates consigue la medalla de plata sin problemas. Esto, unido a que se cuenta con la historia posiblemente más interesante, hace que, a mí entender, esta sea la mejor entrega de la saga hasta ahora.

Y esa parte de la historia, naturalmente es mérito de la artífice de todo esto, J. K. Rowling, que no se cansa de inventar y no se deja caer en lo fácil. Elabora un argumento en el que, como siempre, vuelve a tirar de conceptos de obras cercanas. Ejemplo de ello es la lucha interna de Harry entre el bien y el mal al más puro estilo de la saga galáctica. Todos los personajes están cuidados, por muy secundarios que sean. Y tan cuidados están que se nos regala un reparto de vértigo que va mejorando cada entrega que pasa.

Mención especial, aparte del buen hacer general, para una de las nuevas, Imelda Staunton, que consigue un personajes verdaderamente odioso. Los chavales, a medida que van creciendo, crecen también como intérpretes, todos muy bien. La desequilibrada de Luna Lovegood está perfectamente encarnada por una joven actriz de aspecto desorientado, Evanna Lynch (al pelo le va el apellido).

Con muchas ganas espero la siguiente película, sabiendo que Yates volverá a estar al cargo. Ya queda poco para el final.



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