Crítica de la película Up in the air por Iñaki Ortiz

Sin dramatizar


4/5
29/01/2010

Crítica de Up in the air
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Jason Reitman se confirma como uno de los directores indies más interesantes con esta nueva película con la que ya se van definiendo  algunas de sus características como cineasta. Por un lado, ese juego con lo que no es políticamente correcto pero sin entrar tampoco en la transgresión.

Muestra aprecio a un personaje superficial (tanto o más que Juno) y muy cínico sin necesidad de redención. Claro que esto tiene truco. Aunque el personaje termina la película con la misma actitud externa (no deja de volar ni de buscar su condición de solitario), ha existido una redención interior: mientras antes había elegido esa vida, ahora es sólo la vida que le resta después de su fracaso con Alex y su intento de cambio. Ya no rechaza la vida en pareja que no quiere para él, sino la que no puede tener. Una final muy triste que el personaje esconde bajo una de sus frases de consolación, como aquellas con las que contenta a los trabajadores en la calle. Un drama escondido tras una sonrisa perfecta.

Esto nos lleva a otra de las características propias de Reitman, y quizá del cine indie en general. La huída de los grandes golpes de efectos. El personaje no aprende grandes lecciones de la vida, más bien recibe algunos golpes que posiblemente con el tiempo dejará atrás a través del autoengaño. El personaje no descubre un pasado traumático que le define como persona. Por otro lado, el segundo tema de la película, el de los despidos, en plena actualidad, es tratado de forma contextual, sin articular parábolas. Se muestran esos rostros rotos en primer plano que cuentan su propia historia, destapan sus sentimientos en un momento de máxima presión. Se muestra la actitud inhumana y cobarde. Se ofrece para la pura observación, en crudo y siempre en segundo plano. No está Clint Eastwood tras la cámara apretando el acelerador del drama.

Reitman crece también como realizador, con planos tan interesantes como el de Natalie alejada por la cinta transportadora, en un breve inserto dentro de la conversación sobre ella. Nos regala un recital de ritmo y precisión en el primer acto. Sintetiza en imágenes la libertad y el desapego del personaje de manera brillante, a la vez que aporta esa agilidad que envuelve a la película. George Clooney, por supuesto, se adapta a la perfección a este estilo. Si se lo permitieran, robaría el Bellagio.

Una interesante película de media sonrisa, que nos habla de la soledad, de la superficialidad y de los despidos masivos, sin grandes golpes de efecto.



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