Crítica de la película Mil años de oración por Iñaki Ortiz

Sin necesidad de exagerar


4/5
25/09/2007

Crítica de Mil años de oración
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Siempre es agradable ver una película amable como esta. No es nuevo el mundo del extranjero perdido en los Estados Unidos. En este caso, este viejo chino muy bienintencionado que gusta de hablar con la gente, aunque especialmente lo quiere hacer con su hija.

Es una película de choques culturales. Choques políticos por un lado, choques culturales debido a la diferencia entre China y los Estados Unidos y choques generacionales. Choques que llaman la atención como el encuentro completamente frío en el aeropeto. El viejo ofrece su ayuda torpe con la que es incapaz de comprender el mundo de su hija. Como suele suceder en las buenas películas, finalmente no consigue ayudarla, seguramente ni comprenderla, pero consigue algo igual de importante, mejorar notablemente su relación con su hija.

Además vamos comprendiendo su visión de la política al irnos enterándonos de cómo el gobierno ha sido nefasto para él y para su gente. Sin embargo, él sigue fiel a sus principios más idealistas con independencia de la práctica, con la misma rigidez con la que es incapaz de adaptarse a la mentalidad de su hija.

Para contar todos estos temas hace falta relleno, eso está claro. No pueden llegar los personajes y declamar sus diálogos importantes así de golpe. La cuestión es que el relleno sea bueno o no. Yo creo que aquí está bastante bien, tenemos varios momentos cómicos, otros entrañables, curiosos. Una base sobre la que seguir a estos dos personajes que ocupan casi todo el protagonismo de la película.

En definitiva, una película más que quiere adentrarse en los problemas internos de dos personas y su relación entre ambos. Pero bien hecho, sin que los secretos del pasado deban aflorar en mitad de una tormenta y sin que se necesite un gran final en el que todo queda resuelto. La hija continuará con su vida echa un lío y tampoco de repente tendrá una gran relación con su padre, pero hemos vivido un momento importante para ambos. Y para ello no hemos tenido que aburrirnos hora y media. Las situaciones ingeniosas y los momentos entrañables salvan la película.



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Mil años de oración en festivales: Festival de San Sebastián 2007 , Festival de Toronto 2007




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