Crítica de la película Leonera por Iñaki Ortiz

Nos llega la última película de Pablo Trapero, uno de los más reconocidos directores argentinos, responsable de películas como Mundo grúa o El bonarense. Este representante del nuevo cine argentino está acostumbrado a pasearse por festivales con sus trabajos. En esta ocasión no ha sido distinto. Leonera ha sido presentada a concurso nada menos que en Cannes. Aquí se ha podido ver en la sección Horizontes Latinos del festival de San Sebastián, cajón desastre que aglutina todo tipo de cine de origen latinoamericano y que no suele estar a la altura de otros apartados del festival.

De un tiempo a esta parte, nos llega del otro lado del océano un cine latino muy sucio, con texturas palpables, una imagen rota, descarnada, que se adecua a las mil maravillas a un cine social, de denuncia cruda. Leonera se moverá también en el ambiente marginal y en la vida más dura y para ello, echará mano de toda esa estética que se recrea en la fealdad de las imperfecciones. El premiado trabajo del director de fotografía Guillermo Nieto, justificará esta opción tan consecuente como esperable.

Es curioso y muy significativo que en la producción encontremos dinero de Corea del Sur. Dos cinematografías en apariencia tan dispares como la de América latina y la oriental, la primera más centrada en el realismo y los diálogos; la segunda más visual y onírica. Y sin embargo, a menudo dan signos de mutuo interés. Quizá ambos cines terminen confluyendo en obras que compartan características. Algunos nuevos directores orientales ya parecen más cercanos a esta vertiente, como por ejemplo Cao Baoping en su ópera prima, The equation of love and death o algunas opciones de corte documental como el cine de Zhang Ke Jia. Lo que sí es evidente es la influencia que ejerce el cine latino -hablo siempre de tendencia y no de excepciones autorales. En parte por la creciente presencia de la inmigración latina en EEUU, con directores que cruzan la frontera ofreciendo su estilo e incluso sus temáticas. En Sundance es cada vez más común leer títulos en castellano, y ver historias como la de Padre Nuestro. Trapero es un elemento importante de esta corriente y como tal puede resultar interesante, aunque la película en sí no sea demasiado atractiva.