Crítica de la película Las mujeres perfectas por Hypnos

Toc-toc-toc...


2/5
30/08/2004

Crítica de Las mujeres perfectas
por Hypnos



Carátula de la película ... y la pantalla del cine nos devuelve el sonido a hueco.

Me gustan los títulos de crédito, al igual que a Sherlock, con ese aroma a televisión antigua, a comedia ácida, a tres estrellas como mínimo. Lástima que ya desde la escena de la entrega de los premios de la televisión, el director, Frank Oz, nos demuestre que no quiere ir más allá, que él cobra por filmar lo que le dicen, no por crear algo para filmar. Rodeado de un gran plantel estelar la película sigue desenvolviéndose por los derroteros de una comedia de personajes estereotipados: la escritora gorda y graciosa, el gay gracioso, la protagonista que va descubriendo su vis cómica.
Los planos son correctos, muy correctos, el temple y la atmósfera son las requeridas, todo en su lugar, en su momento, en su orden, todo muy aséptico, sin implicación, como unas vacaciones pagadas para los actores, como ese chiste que es muy conocido pero te toca contarlo en una cena, como ese éxito que no requiere esfuerzo, como la réplica en madera de una costosa obra de arte.

Y es que no hay problema, el guión vive de dos trucos de guión, de un no te quiero enseñar cuál es el procedimiento para que el gay se convierta en lo que se convierte, tampoco lo haré con la amiga escritora, y acorralaré a la pobre Kidman en ese pueblo de ¿ensueño? Y se pasa el rato, y uno se entretiene, y la música ayuda, y a nadie amarga ver a Kidman actuar relajada (interpretación cómica con altibajos), y a Close con esa sonrisa infinita en un papel entre el de Alex en "Atracción fatal" y el de Cruella Devil en "101 dálmatas", y a Broderick con esa cara de no haber roto un plato en su vida. Y pasa la primera hora en un santiamén, y de repente, cuando ves que han atrapado a la Nicole, miras el reloj y ves que sólo llevamos 70 minutos de película, y uno se pone a temblar.

Pasamos al final de Hollywood, al que últimamente cultivan: el SONROJANTE. Ese Broderick entrando en los fabulosos dominios a lo "Minority Report" del subsuelo del Centro para Hombres. Pero, ¿qué es eso? ¿Quién se cree eso? Como pueden tener tanta desvergüenza en finiquitar de esa manera una película; y la posterior escena de despertar de las mujeres en el baile con el inevitable epílogo del personaje de Glenn Close explicando el porqué de todo es dantesca. El edificio se derrumba y parece que a nadie le importa, y lo peor, tampoco me importa a mí. Y esto es malo, muy malo.

En estos días de agotamiento neuronal en Hollywood parece que todo vale. Cogemos un texto con mucho éxito como el de Ira Levin y lo trasladamos tal y como está a la actualidad. Y no, hay textos con fecha de caducidad, que fuera de un determinado contexto para el que nacen, no tienen nada sólido que ofrecer. Y "Mujeres perfectas" es un ejemplo de ello. No por mencionar a IBM, la NASA y la ingenieria genética, tenemos una actualización o revisión. No creo que sean temas de este siglo los chistes acerca de la mal denominada "guerra de sexos". No al menos los realizados con tan poco gusto y esfuerzo.

En definitiva, hay que quedarse con la siempre inquietante presencia de Christopher Walken, y con la advertencia de que esta historia sólo se la creo a Tim Burton.

Y pobre de aquel que considere que en esta película se hace una suerte de filosofía a martillazos con totems de rica madera. Porque a cada golpe de guión, sólo recibo sonido a hueco.


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