Crítica de la película Vincere por Hypnos

Tomando buena nota


4/5
27/04/2009

Crítica de Vincere
por Hypnos



Carátula de la película El cine italiano ha estado de capa caída durante las últimas dos décadas, con discretas excepciones como las de Roberto Benigni (que se puede considerar flor de un día), Nanni Moretti, gotas de Tornatore y alguna que otra comedia rompetaquillas que cruzó sus fronteras.

Es una lástima, sobre todo si uno se dedica a revisitar las obras de auténticos grandes del cine como Antonioni, Fellini o Rossellini, y comprueba dónde estaba Italia cinematográficamente hace unas décadas, y dónde está ahora. En contraposición a lo que sucede, por ejemplo, en Reino Unido, Francia o Alemania, Italia es, junto a España, un ejemplo claro de anquilosamiento.

En Italia se ha empezado a romper la tendencia con películas destacadas, como el año anterior sucediese con Gomorra y con El divo, que, además del consabido éxito, han traído el nacimiento de nuevos nombres para el cine italiano como los de Garrone o Sorrentino, que se unen al de Crialese, que en el año anterior obtuvo un notable éxito con Nuovomondo.

Se trata de una buena noticia porque así el peso no debe recaer sobre los hombros de veteranos como Ermano Olmi o el propio Marco Bellochio que, a sus casi setenta años, será el único representante italiano en Cannes, presencia número seis en La Croissete.

Bellochio es un muy interesante director al que no puede negársele que fuese un hijo de su tiempo. Comenzó su carrera bebiendo de la Nouvelle Vague con una de las óperas primas más desgarradoras y frescas que se pueden recordar, con su brutal Las manos en los bolsillos. Se acababa de doctorar con una tesis sobre Antonioni y Bresson. Toda una declaración de intenciones. Continuó con un cine aguerrido, ariete de las instituciones con películas como La China está cerca, Noticia de una violación en primera página o Locos de desatar, para acabar lanzándose al vacío con un cine experimental de la mano del psicoanalista Massimo Fagioli, que le llevó a filmar películas muy denostadas por la crítica convencional, tales como Il diavolo in corpo.

Por lo que parece, el director romañés ha sabido emerger y dar con la clave de gran parte del éxito del cine de países como Alemania, mirarse el ombligo, la propia historia y sociedad, al igual que hicieron Garrone y Sorrentino, y presenta una película sobre Ida Dalser, protagonizada por Giovanna Mezzogiorno, y su relación con Benito Mussolini, interpretado por Filippo Timi. Quizá el primero que abrió la veda en Italia fue el propio Moretti con la inédita en España, El caimán, sobre la figura de Silvio Berlusconi.

Una buena muestra de narrativa y audacia, que se jugará la quinta estrella en el tratamiento histórico y en contener las ganas de contar presente usando el pasado.




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