Crítica de la película El Baile de la Victoria por Olmo

Si tuviera que empezar escribiendo  sobre alguien en esta precrítica sin duda sería de Fernando Trueba. Siempre he tenido una sensación de que este director hace las cosas como a él le gustan. Su estilo tan personal, teatral, directo, crítico, bromista y comprometido lo separan de una corriente de directores españoles que nunca le llegarán a la suela de los zapatos. Belle èpoque le convirtió en un héroe nacional y sus continuos contactos con el cine extranjero le han otorgado un cierto grado de respeto y elojio. Después de media década sin conocer ningún trabajo suyo vuelve a la carga y qué mejor manera que en el Festival Internacional de San Sebastián del presente año 2009.

Para ello cuenta con dos baluartes. En primer lugar, Ricardo Darín, a quien conocemos de sobra por sus trabajos en Nueve Reinas, El Aura o La educación de las hadas. El actor argentino disfruta de una madurez artística extraordinaria. Su talento interpretativo, el porte de su físico y su acento le convierten en ese jugador que siempre es mejor tenerlo de nuestro lado. El otro as que guarda Trueba en su manga es el de Ariadna Gil. Conocida por todos nosotros y sobretodo por Trueba, con quien ha contado en varias ocasiones. Todo lo que puedo decir de la actriz catalana es positivo. Larga trayectoria que no caduca. Le acompaña Abel Ayala (El niño de barro), un muchacho de veinte años que comienza fuerte en el mundo del cine con unos cuantos títulos a sus espaldas.

La cinta como tal es una adaptación de la novela homónima de Antonio Skármeta, donde probablemente los pilares del amor, de la amistad y de los valores humanos intenten sostenerse por el bien del equilibrio humano. Amplias conversaciones llenas de carga emocional y política, rostros de poesía, ambiente gris, borrachera de drama, ganar, perder y un largo etcétera de contenidos. Una película que será muy grata verla por la vuelta de su director y por la simpatía del público hacia su reparto, por la facilidad con la que se verá la cinta y porque tendrá la aceptación de gran parte del público sin excepción.

Para ser una película redonda tendría que soprendernos con algo que no esperamos. Si mi precrítica no falla, será un bonito trabajo cinematográfico, una gran lectura en pantalla grande y un rato agradable pensando. Porque Trueba siempre será Trueba.