Crítica de la película La vida de los otros por Iñaki Ortiz

Un gustazo


4/5
11/03/2007

Crítica de La vida de los otros
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Satisfactoria. Esa es la palabra. Una de esas películas en las que uno sale contento porque alguien se ha molestado en hacer un buen trabajo. Si acaso algunos detalles de pobre credibilidad, como que el escritor mantenga la temida prueba del crimen cuando ya no la necesita. Que le haga falta un segundo registro y que no sea capaz de sacarla de ahí. ¿La querrá de recuerdo? Se busca el efecto dramático y se olvida la seriedad que impera en toda la película, salvo en algún otro momento poco creíble.

Por lo demás un gustazo conocer a este director alemán. Una agradable fotografía fría azulada y un ritmo tranquilo pero inalterable te llevan de la mano durante más de dos horas con la sensación de paladear un buen vino en un bar de diseño. Porque de diseño es la vestimenta que lleva continuamente el protagonista, sus auriculares, la luz azul sobre el metal de las máquinas...

Unos intérpretes de altura. Sebastian Koch y Martina Gedeck (escritor y actriz) están estupendos. Serios, dramáticos, con presencia. Secundarios como el superior del protagonista suponen un sólido sustento. Pero sin duda, quien se luce de manera especial es el protagonista, Ulrich Mühe. Cercano a grandes como Ben Kingsley, el actor transmite esa rigidez, esa rutina, esa triste soledad, esa compasión de una mente fría, con una impecable interpretación contenida que tiene mucho fondo.

Un tema que hemos visto otras veces. Lo vimos en Retratos de una obsesión como elemento más cercano o en La ventana indiscreta como elemento más general. El observador, la persona que se alimenta de la vida de los otros, como ya reza el título. Una metáfora del mismo cine, que de tan clara casi no es tal metáfora. El propio protagonista afirma, en una de esas frases con doble intención que pueblan la película, “soy tu público”.

Quizá lo mejor es que este tema esté enmarcado en un contexto de suspense y control de una gran intensidad. Parece mentira que pueda conseguir esa sensación sin utilizar una gota de sangre. Los interrogatorios no son agresivos. Todo se mantiene dentro de esa frialdad del régimen. Sin embargo el suspense es perfecto.

Una película inteligente, con grandes momentos, un nivel de tensión mantenido y unas muy buenas interpretaciones.



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