Crítica de la película Quemar después de leer por Olmo

Un orgasmo con carcajadas incluidas


4/5
21/09/2008

Crítica de Quemar después de leer
por Olmo



Carátula de la película Calidad cinematográfica. Los encantos del teatro del  Victoria Eugenia la han hecho ser lo que es, una gran comedia de teatro pero en pantalla de cine. Ha sido una apuesta Coen de lo más pura y ha conseguido que el público se ría escena sí escena también. Y yo tampoco me había reído tanto desde El gran Lebowski, a la cual le debe mucho esta última. Por su trama, por sus protagonistas, por su final. Desde el segundo cero donde un globo terráqueo es la imagen número uno del film que se va poco a poco acercando hasta recalar a una oficina de la CIA nos ha ido avisando de lo disparatada que iba a ser esta comedia negra.

Desde el principio han utilizado los planos estáticos, a la altura de la mesa de un despacho, de los hombros de Malkovich y han conseguido con dos planos perfectamente simétricos darle forma sencilla pero muy directa a muchas de las secuencias. Técnica visual desde un principio. De nuevo un montaje serio. Luego, con los minutos y conforme la historia va rodando ella solita va desapareciendo esta ostentosidad técnica para pasarle el testigo a los personajes. Un guión que ha ido pasando de personaje a personaje, ofreciendo minutos a cada uno de ellos, presentándolos, cada vez más a uno, cada vez menos a otros conforme iban teniendo importancia. La historia ha seguido el ritmo de sus protagonistas, nunca hacia atrás, pero sin dar pistas demasiado claras de lo que la trama nos iba a desvelar en su final.

En el reparto todos inconmensurables, un Clooney viejo, verde, promiscuo, con barba, patriota, adúltero, lleno todo él de locura y ordinariez, un gran registro. Pitt como un freaky de la puesta en forma, atraca zumos, feliz con su vida, inocente, con poca iniciativa pero con personalidad. MacDorman un poco lo que viene siendo, la chica ingénua con su voz de no romper platos, deseosa de operarse el cuerpo e infeliz por su soledad. Un poco la insatisfacción de la mujer del siglo veintiuno en los países opulentos y sin garantía de felicidad sin tarjeta de crédito. Pero sin duda me quedo con John Malkovich. Qué destreza, con qué rabia se ha merendado la cámara, palabrotero desde el inicio hasta el final, fiel a sí mismo, con principios y que se ve envuelto en algo que unos empiezan. Y una voz original que suena como un coche con un motor viejo que ha dado mil vueltas al mundo y sigue en forma. Cada uno de ellos ha disfrutado de minutos, muecas por aquí, risa por allá, cada uno en su papel. Pitt el más cómico de todos, Clooney el más odiado, Malkovich una víctima, MacDorman impulsiva. Y todo esto por un Cd que supuestamente tiene información confidencial y que es motivo de chantaje. Todo esto, tan absurdo o por lo menos tan curioso es la historia de la peli, que en apenas hora y media ha sabido sacarle jugo a todo.

Las conversaciones eran cínicas, irritables, sinceras, duras, sarcáticas, humorísticas. En definitiva, una macedonia de humor negro con cotidianidad. Una cinta para recordar detalle a detalle, secuencia a secuencia, plano a plano. Acidez y buenas maneras consiguen que como he dicho antes, el público no haya parado de reirse, de echarse las manos a la cabeza por las estupideces. Hemos visto una comedia muy grande en un teatro que no lo es menos. La gran oportunidad de ver de nuevo a Los Coen de nuevo ha sido merecedora de aplauso y de satisfacción por parte del cien por cien de la sala. Si me tengo que quedar con algunos momentos especialmente buenos de la peli son los siguientes. Por un lado, Brad Pitt dentro del armario y la cámara en primera persona, de izquierda a derecha, de izquierda a derecha, llega Clooney, se ríe Pitt y disparo. Así comienza la segunda parte del film. Ese izquierda y derecha es el péndulo de la vida de Pitt, de ser cazado o estar a salvo. Otros momentos grandes por ejemplo son los encuentros de los viejos perros de la CIA. Acidez y sarcasmo. Y lo dicho, planos péndulo, de un personaje a otro, de lado a lado, a la altura del hombro, a la altura del cuello, así todo el rato. Todo en general con mucha personalidad Cohen.

Y pensareis que esto se merece un cinco. Pues no. Le doy un cuatro porque no la considero una obra maestra, porque ha sido una gran comedia pero le falta esa pieza que la termine por completar del todo. Se acerca al cinco pero le quedan escasos metros. Y a una comedia darle un cinco aunque sea made in Cohen es difícil. Será un cuatro en forma pero con contenido  de cinco. Hay que verla porque es una más de filmografía básica del cine. Estos hermanos  deberían ser el orgullo americano en el cine contemporáneo. Un orgasmo con risa incluida, Qué más queremos. Grandes.




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Quemar después de leer en festivales: Festival de San Sebastián 2008 , Festival de Venecia 2008




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