Crítica de la película Ágora por William Munny

Y ya sé que puede ser de duda para muchos, pero es que hay que tener fe en la fe exacta de Alejandro Amenábar en sí mismo, y hasta ahora no ha defraudado, y punto. Y si encima está tanto tiempo lejos es porque habrá tenido un buen tema que coger, tratar y llevar a escena, y ese es probablemente el paso más, que en  medio de la capacidad técnica, de susto, de banda sonora, de sacar partido a los registros de sus actores con la exactitud del buscador de suspense, puede que esta vez lo nutra todo de amor.

Todos los amores que ha retratado, desde el adolescente casi de Tesis, al sexual de Abre los ojos, pasando por el mortuorio de Los otros o el especial de Mar adentro, son demasiado superficiales desde el punto de vista que siempre ha necesitado el cine, no dejan de ser auténticos por su puesto y ni mucho menos de menor importancia, pero no son los amores del cine de siempre, y creo que ahora le ha llegado el momento, pero eso sí, rodeado de sombras y luces de suspense e intriga en lo que será una historia no necesariamente con demasiada acción. La quietud de sus historias es ya un esperar ansioso por parte de sus seguidores.

Como presentación de la actriz que va a sustentar la película, Rachel Weisz (recientemente en My blueberry nights o en la próxima de Peter Jackson The lonely bones), que conseguirá enamorarnos como siempre, llevarnos al terreno de su personaje temerosos de su desdicha rodeada de un par de jóvenes jovencitos a la par de ambiguos, Rupert Evans (Arritmia) y Max Minghella (Syriana).

Sinceramente en las carteleras puede haber un competidor digno que se atreva a competir con este director el mismo día de estreno...yo creo que no porque es sin duda éxito seguro aunque luego de qué hablar, pero ahora toca peliculón. Y una palabra más, Egipto.