Crítica de la película Django Unchained por Iñaki Ortiz

Un Tarantino más centrado


5/5
18/01/2013

Crítica de Django Unchained
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película El cine de Tarantino tiene innumerables virtudes, pero quizá la que más me llama la atención es su capacidad para reinventar cada mínimo detalle. En la inmensa mayoría de las películas, incluso en las buenas, siempre hay momentos, digamos, prefabricados, sometidos a la convención. Tarantino se esfuerza para que, en cualquier momento de su historia, esté ocurriendo algo nuevo que mantenga la atención del espectador. Puede parar la clásica escena de francotirador para unas lecciones de lectura. Puede reformular la ya tradicional entrada al bar del pueblo. Puede interrumpir el momento más tenso de la película para divagar sobre cráneos. Lo que jamás hará, es perder el tiempo con una escena en la que todos más o menos sabemos por donde van los tiros. Esto hace que su larguísimo metraje (2h 45') se pase en un suspiro.

Da la sensación de que en esta nueva película el director se encuentra más centrado, menos experimental, menos excesivo. No necesita cambiar de género varias veces como hacía en sus últimos trabajos, porque aquí ya ha dado con un género que se adapta perfectamente a sus necesidades. Su narración es en general lineal, aunque no evita regalarnos algunos flashbacks intensos y muy emocionantes. En definitiva, un Tarantino más tranquilo, más seguro de su material, que rueda una de sus películas más maduras.

Eso sí, no me entendáis mal, tampoco faltan excesos. Sangre a raudales, disparos imposibles, las leyes de la física exaltadas. Y todo rodado con la maestría habitual. Cuando Tarantino decide rodar una secuencia tipo (por ejemplo, un tiroteo de western), decide intentar rodar la mejor escena de ese tipo. Y aquí lo consigue una vez más con ese Django saltando y disparando en Candyland, enfrentándose a un ejército como hacía la mamba negra en Kill Bill. Muy disfrutable sesión de ultraviolencia. Es una película cruda y salvaje, explosiva, y dura cuando quiere (la escena de los perros). Veo también algo diferente en esta última obra: aunque la venganza está una vez más presente, cómo no, el protagonista se mueve principalmente por su profundo amor, en un tono romántico de leyenda, ofreciendo en más de una ocasión su sufrimiento a cambio del de ella. ¿El Tarantino más romántico?

Y dejo para el final el otro gran punto fuerte del cineasta: sus personajes. Carismáticos, absorbentes, nuevos, diferentes. Ha encontrado un filón con Christoph Waltz, quien casi repite su personaje de Malditos Bastardos, con un desparpajo y una soltura que encaja perfectamente con el cine de Tarantino. Jamie Foxx despliega toda su chulería al ponerse las gafas de sol. Está perfecto. Samuel L. Jackson va un punto más allá en sus capacidades y nos regala un exagerado abuelete cómico. Leonardo Dicaprio haciendo lo que mejor sabe hacer: ofrecer intensidad.

Todo en la película funciona, al son de esa genial banda sonora que no duda en amenizar con hip hop un buen tiroteo. Más centrado, pero con todo su genio.



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