Crítica de la película En otro país por Iñaki Ortiz

Una comedia costumbrista, romántica y metanarrativa


4/5
23/05/2013

Crítica de En otro país
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Sorprende en una película con un estilo tan propio del cine intelectual del sureste asiático, encontrar una comedia tan coñera y sin complejos. Ante todo, la película de Hong Sang-soo, es una comedia costumbrista, que se para en pequeños detalles que nos llaman la atención de la vida cotidiana. Esa botella rota, peligrosísima en la arena, un problema del que todos hablan pero que nadie es capaz de solucionar -el personaje intenta enterrarla patéticamente con el pié como para sentir que actúa, quizá agravando aún más el problema. Podemos desprender toda una norma de comportamiento y un problema social a partir de este detalle que a todos nos ha pasado alguna vez. El faro, que tampoco es nada del otro mundo; el camping destartalado; un pueblo bonito pero nada idílico; un socorrista que apenas entiende el idioma y que desborda ingenuidad amorosa y exagerado positivismo. Y sobre todo, las remarcadas diferencias interculturales: la europea derrochadora y caprichosa; los coreanos salidos y demasiado obvios. Un pequeño fresco a través de esos nimios detalles que tanta atención terminan captando.

Sorprende en una película con un estilo tan propio del cine intelectual del sureste asiático, encontrar una comedia tan coñera y sin complejos. Ante todo, la película de Hong Sang-soo, es una comedia metanarrativa. Uno de esos experimentos que abordan el proceso de creación narrativa, de guión en este caso a través de la figura de la joven que va elaborando una historia contemplando diferentes posibilidades. Se juega así a variar el argumento con combinaciones de situación. Por un lado, una manera de hablar de la magia de la narración, de las posibilidades infinitas ante nosotros con unos pocos elementos como premisa (una francesa en Corea, amor, un faro, un socorrista que vive en un camping...). Pero por otro lado, también transmite una idea sobre nuestra realidad: la fragilidad de la contingencia, cómo puede cambiar nuestra vida solo modificando un poco nuestros puntos de partida, los encuentros casuales, el azar. Lo poco robusta que es la vida que nos ha llevado hasta el punto en que nos encontramos, y que nos parece una realidad inmutable. También tenemos cierto juego de espejos, con los personajes que hacen el rol de director coreano, sin duda, elementos propios y hasta cierto punto personales. Uno piensa en Woody Allen, en Charlie Kaufman, aunque rebuscando más, y cambiando Corea por Japón, podemos recordar a Beatrice Dalle, la versión salvaje de Isabelle Huppert en H story, otra historia de espejos y de metacine, con una francesa perdida en Oriente. Y si apuramos aún más y recordamos que aquella película era una referencia directa a otra de francesa enamorada en Oriente, Hiroshima mon amour, de Resnais, es fácil pensar en el atrevido director francés y sus continuos juegos con la estructura, la narración y las variaciones. Una influencia más que posible. Así cerramos el círculo.

Sorprende en una película con un estilo tan propio del cine intelectual del sureste asiático, encontrar una comedia tan coñera y sin complejos. Ante todo, la película de Hong Sang-soo, es una comedia romántica. Parejas rotas, amantes, cortejos. Un poco de todo, pero si apuramos un poco la estructura a través de sus segmentos, podríamos encontrar una historia de amor entre el personaje de Isabelle Huppert y el del socorrista, que va evolucionando hasta el final, aun sin hacerlo dentro del mismo hilo. La película es cínica y no tiene rubor en apoyarse en el patetismo para subrayar el aspecto cómico. La delirante canción improvisada en esa deprimente tienda de campaña, el director que insiste en ser solo amigos cuando es él el único que pretende otra cosa, los celos absurdos, el descubrimiento in fraganti. Y sin embargo, por encima de toda esa mirada escéptica, sobresale la idea más romántica: esa pareja fortuita, la extranjera y el socorrista, cuya atracción sobrevive a la contingencia, es independiente de las circunstancias. Podemos cambiar aquello de que el amor es más fuerte que la muerte por "el amor es más fuerte que la suerte".



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