Crítica de la película Under the Skin por Iñaki Ortiz

Una mirada nueva


5/5
27/06/2014

Crítica de Under the Skin
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Es difícil, aunque muchas veces productivo, observar lo que nos rodea con nuevos ojos. Se suele decir ante ciertas particularidades cotidianas "imagina que llega un extraterrestre y se lo tienes que explicar". Imagina que, efectivamente, un extraterrestre llega a la tierra y se queda desconcertado -si es que en su especie existe el desconcierto- mirando un show cómico de la televisión, con un tipo extraño provocando reacciones aún más extrañas en un público entregado. Imagina su reacción al vislumbrar la grotesca mecánica del sexo. Imagínalo observando la naturaleza, o dentro de una discoteca. O no lo imagines, mejor ve la última película de Jonathan Glazer, Under the Skin.

La extraterrestre es una depredadora caníbal implacable, sí. De hecho, la película tiene un inquietante tono terrorífico. Pero desde el primer momento, se aprecia una vocación de antropóloga. Se pone -literal y figuradamente- en la piel del ser humano. Observa sus extrañas costumbres, sus particularidades sociales, sus taras, su debilidad. Tenemos así una visión algo patética, y al mismo tiempo tierna del ser humano. Conectar con sus debilidades -el desamparo en el refugio, la agresión- es precisamente lo que va dotando de humanidad al personaje.

Under The Skin en la playa

Aunque el núcleo de la obra pueda ser la transformación del personaje y la aséptica mirada a la sociedad, el revestimiento -la piel- de la película es una inquietante capa de terror, principalmente sensorial. Una de las secuencias más sobrecogedoras es la de la playa. Vemos un acto de pura humanidad, imprudente, emocional, irracional. Y como contraste, los dos mayores actos de psicopatía profunda, de incapacidad de sentir empatía o culpa. Los hechos en sí mismos ya son sobrecogedores, pero el tratamiento formal es demoledor. Será por el sonido constante del mar, el golpear de las olas sobre un suelo rudo, de piedras oscuras. Por lo imprevisto de la acción, por el carácter secundario que se le da a una situación terriblemente dramática. Glazer consigue una ambientación psicológica que lo hace comparable a directores actuales como Paul Thomas Anderson (especialmente en sus dos últimas películas) y Steve McQueen.

La obstinada reiteración musical, lejos de ser un defecto, se convierte en una de las bazas de la película, que junto con un sonido ambiental de ruido natural (algunas conversaciones apenas se escuchan) consiguen una banda sonora sofocante. El ritmo de la película, a veces detenido, como en el refugio, otras con un montaje inusualmente frenético, como en algunos diálogos en el coche, te llevan a un estado de inquietud y alerta constante. Sorprende también la mezcla de estilos tan opuestos como el de cámara oculta (algunas escenas del coche se grabaron así) con una licencia estética en el "matadero" de los extraterrestres. En medio de un paisaje urbano, Glazer dibuja cuadros oscuros y surrealistas, con una atmósfera malsana que nos puede hacer pensar en Lynch, o por situarle en nuestro tiempo, hermanarla con la agobiante fotografía de Enemy. El paisaje se convierte en un cuadro impresionista, que diluye sus formas y colores, en ocasiones, con toques surrealistas.

Paisaje en Under The Skin

Otro hallazgo de Glazer es representar a los extraterrestres, salvo en muy contadas ocasiones, con una forma absolutamente cotidiana. Para dibujar el horror de un depredador sediento de sangre humana, el director no busca figuras monstruosas o paranormales, sino que recurre a algo tan terrestre como un motorista. Su estilizado y poco habitual punto de vista a la hora de retratar a este personaje lo convierte en siniestro, terrorífico. Se comprende, igual que en su anterior película, la excelente Reencarnación, por qué Glazer se ha ganado para muchos el apelativo del nuevo Kubrick. Por cierto, muy patente también en el "viaje" inicial. En cierto modo, la forma de "mirar" de Glazer y de Kubrick, es bastante extraterrestre. Estos personajes tan poco sobrenaturales, revelan su verdadera condición cuando muestran su indiferencia ante el drama humano, o cuando hacen gala de una terrible eficiencia de cazador, como en la escena en la que el motorista abre el maletero, adelantándose fríamente al momento de matar a su víctima. Curiosamente, el único uso visual de la figura extraterrestre aparece para remarcar su aspecto más humano: una agresión que no solo mancilla el exterior, la piel, si no que destruye concienzudamente lo interior.

Scarlett Johansson

Y dejo para el final uno de los grandes pilares de la película, su protagonista. Es curioso que, apareciendo desnuda sin complejos en pantalla tanto como aparece, esta es, sin duda, su papel en el que menos se la trata como a una mujer objeto entre lo que ha hecho recientemente. Estamos acostumbrados a verle en las películas de Marvel, o en algunas comedias románticas, siendo muy sexy pero poco más. Aquí va mal maquillada, lleva una ropa que no le favorece especialmente, y en general, se diría que es una mujer real -curioso también que precisamente consiga ser más "humana" que nunca cuando interpreta a una extraterrestre. Con esta película, Johansson nos recuerda lo buena actriz que sabíamos que era, y sin necesidad de afearse, como acostumbran las estrellas cazadoras de Oscars, simplemente siendo una belleza natural. Su papel tiene la complejidad de tener que representar emociones diferidas, fingidamente humanas, las de un "traje" dirigido desde una emoción interior. Pasar de lo fingido a lo inexpresivo. Y, aunque he empezado destacando que precisamente aquí no es un objeto sexual, también debe ser capaz de pasar por un cebo que atrae sensualmente a sus víctimas, sin estar favorecida por su caracterización. Y vaya que si lo consigue.

Scarlett Johansson en Under The Skin



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