Crítica de la película Quemar después de leer por Romulo

Unanimidad precrítica


4/5
15/10/2008

Crítica de Quemar después de leer
por Romulo



Carátula de la película Lo han dicho todo ya sobre esta película mis compañeros, y todos ellos en similares términos. No tengo ningún ánimo de romper la unanimidad precrítica, así que más o menos llego aquí con conclusiones parecidas.

Los Coen han querido tomarse un respiro tras la tensa y estresante No es país para viejos, y lo han hecho volviendo a ese género que tan bien conocen, la comedia más absurda, sarcástica y desconcertante: Ahí están joyas como El gran Lebowski o trabajos menores pero realmente entretenidos como Crueldad intolerable. Aquí, más de lo mismo. Poco interesa lo que tengan que contar, no hay ni una pizca de seriedad en su metraje. Pero sí carcajadas mil.

El mérito, aquí, está en incidir con alevosía en la idiotez humana para elevar sus consecuencias al infinito gracias a un inverosímil entretejido de relaciones y coincidencias que consiguen que el esperpento y la comicidad sean continuos. Sabiéndolo, los Coen no atacan a nuestra carcajada desde el primer minuto, si no que se toman su tiempo en asentar a los personajes, situarlos exactamente en su punto de partida.

Cuando el lío va tomando forma, llegan los malentendidos, los cruces y ese humor tan despendolado como cínico. Brillante, desde luego. Y asentado en varios personajes impecables, maravillosos. Frances McDormand está encantadoramente estúpida, y George Clooney, a pesar de tener un personaje menos agradecido, disfruta con su catálogo de gestos y tics; pero los personajes más sabrosos se los llevan Brad Pitt (este chico cuando afronta secundarios extravagantes es un hacha; ¡divertidísimo, el tío!) y John Malkovich: ¡qué genio, qué mala hostia, qué dentadura tan desagradablemente imponente!

Cuando ambos personajes chocan, al encontrarse en el coche en la escenita del intercambio (dame el dinero; ¡dame el diskette, el CD o lo que cojones tengas!), saltan chispas y probablemente disfrutamos de la mejor escena de la película. O quizá no; hay otras, muchas, realmente desternillantes.

Al final, uno queda con la sensación de haber visto un producto inteligentísimo y por supuesto graciosísimo. Eso sí, lejos de la audacia formal y el talento bien explotado de otros títulos más importantes de los Coen. No importa, eso ya tocará en otra.




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Quemar después de leer en festivales: Festival de San Sebastián 2008 , Festival de Venecia 2008




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