Crítica de la película En un lugar sin ley por Iñaki Ortiz

Western noir estilizado


4/5
13/05/2014

Crítica de En un lugar sin ley
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Hemos visto infinidad de películas de cine negro ambientado en esas malas tierras, perdidas en la américa profunda, donde la vida no vale nada y los forajidos asesinan a sangre fría. Noir sureños, Westerns contemporáneos... Recientemente quizá se está evolucionando hacia un cine más social y mucho más sucio, con góticos sureños como la excelente Killer Joe o simplemente Joe (aún sin estrenar). En un lugar sin ley bebe más de los clásicos, con el gusto por la épica romántica de la pareja fuera de la ley de Bonny and Clyde y con el paisaje Hopperiano que nos ofrecía Malick en Malas tierras.

Todo este revival clásico está redibujado a través una exquisita estilización, una sofisticación formal que es tan importante como el contenido, y que transmite, a través de su tono y su evocación sensorial, tanto como la propia historia. En este sentido, recuerda a la apuesta de Refn en Drive, deudora de un cine de género -las películas de coches, en ese caso- al que daba la vuelta con una estilización extrema. David Lowery, director a seguir, hace lo propio con el género comentado, bebiendo de los 60 y 70, pero con una banda sonora audaz y una ambientación absolutamente atmosférica.

Destila algunos elementos propios de este cine, llevándolos al extremo, como si fueran figuras de una novela gráfica: el trío de villanos, de aspecto caricaturesco; el personaje de Keith Carradine, con sus momentos exagerados de rudo caballero. La mezcla de belleza, dulzura y violencia del personaje de Rooney Mara (brillante, como siempre), que puede transmitir amor, compasión, ser una madre impecable, y una luchadora incansable. Siempre con la intensidad que un buen personaje de Texas requiere. Y es que de eso va la película, ambientada en un lugar indeterminado de ese estado emblemático. Va de personajes tan rudos como educados, tan implacables como generosos. Con sus expresiones cortas y directas, con su acento indescifrable. Y en esto la palma se la lleva Casey Affleck, que ya sabe un rato de westerns estilizados, por su gran trabajo en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, y de delincuentes de Texas por su también gran trabajo en El demonio bajo la piel. Aquí desborda carisma, hipnotiza con su forma de contar historias -que como la propia película, son tramas sencillas pero generosamente adornadas. Su forma de hablar, de mirar, de sangrar, son la clave de la película. Y por su puesto, la química esposada que tienen la pareja de detenidos. No quiero olvidarme de Ben Foster y su contrapunto de recta amabilidad.

Una película para recrearse en las imágenes, en la épica de un disparo en la noche, en la lucha incansable de unas almas condenadas. Una tierra de leyendas, donde la pureza de los temas: amor, maternidad, crimen, muerte, libertad... contrasta con la sofisticación de la puesta en escena. Una película que te hace sentir el sudor de un garito perdido en ninguna parte, y la caricia de una madre avanzando libre por la carretera. Historias donde la gente muere con dignidad y mata en silencio.



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