Los títulos de créditos iniciales de Lasa y Zabala dejan claro el tipo de película que uno se dispone a ver. Pirotécnia, música de suspense, imágenes de impacto. Después, unas imágenes de Bayona por la noche, con pura estética de thriller europeo de los 70. Lo que vamos a ver no es un tratado sobre el conflicto vasco, o un equilibrado y aséptico documental. No, es una película de género, con juicios, asesinatos, violencia y suspense. Las cartas están boca arriba desde el principio.
Ha dicho su director, Pablo Malo, que esta no es una película de buenos y malos. Tiene razón en parte, en cuanto a que no pretende hacer campaña en favor de algún bando; pero no es nada cierto en cuanto a su fórmula cinematográfica. Como thriller de género, hay buenos (el abogado que lucha por una causa y quienes le ayudan) y malos (aquellos que están implicados en las torturas, asesinatos y amenazas del caso). Y solo así puede mantener el interés de este tipo de cine. Considero que esta entrega a la fórmula del thriller, sin reticencias, es valiente y le aporta un valor como película y no solo como rememoración -también necesaria- de unos hechos lamentables.
A pesar de esta cierta libertad de estilo, la película es bastante escrupulosa en cuanto a la verdad, y se ciñe al detalle a los hechos del juicio, salvo a la hora de recrear la vida personal del abogado, Iñigo Iruin, como licencia que le permite crear un arco para el personaje. En mi opinión, el peor aspecto de la película, pues se fuerza demasiado las circunstancias del conflicto interior y por contraste, tenemos un personaje mucho más rico que el resto, lo que desequilibra la película. En la propuesta no era necesario este arco, pues la trama funciona sola.
Y la trama funciona muy bien, ya que, desgraciadamente, los hechos son bastante jugosos. Tanto es así que algunos momentos esperpénticos se han eliminado porque no conseguían darle verosimilitud. Hace poco comentaba, sobre Isla Mínima, el valor que tiene adaptar al thriller a la realidad española. Realmente es difícil, porque es una sociedad muy dada a la pandereta y siempre se hace necesario añadir algo de comedia, aunque se negra. Quizá el formato de thriller europeo no funciona para contar ciertos disparates. Quizá, el miedo a ser tildados de maniqueos (lo cual ha ocurrido igualmente) o irrespetuosos, es un lastre demasiado fuerte para entrar de lleno al circo que fue ese juicio y hacer una obra incluso transgresora -que por otro lado habría gustado a menos gente. El resultado, en este sentido se queda en correcto, con un desarrollo interesante y un ritmo fabuloso que hacen pasar la película volando. Sí que eliminaría la introducción, con las familiares de las víctimas en la radio, que creo que no está en consonancia con el resto del tono.
El apartado del reparto falla bastante, especialmente en los más secundarios. Unax Ugalde funciona y la mayoría de los miembros del GAL también, pero los actores con poco papel resbalan más allá de lo admisible. Una estética muy convencional, pero que funciona, especialmente en los momentos más sórdidos.