Crítica de la película Happy. Un Cuento Sobre La Felicidad por Iñaki Ortiz

Lo que parecía una historia positivista y que, ciertamente está rodada como tal, termina siendo más bien una historia sobre la infelicidad. La película gira en torno a dos personajes, Poppy y su némesis, el profesor de autoescuela. Este último es a todas luces un modelo de infelicidad, aunque lo interesante del film es que la protagonista, detrás de todas sus sonrisas, es otro ejemplo más de infelicidad. En sólo unos cuantos planos, con los finos matices de Sally Hawkins, el personaje deja entrever su dolor interior, aunque también se remarca en algunas respuestas no dadas, y algunas frases esquivas.

Mike Leigh nos habla así diferentes maneras de afrontar la infelicidad, dejando claro cuales considera que pueden ser más dañinas para uno mismo y para la sociedad pero sin llegar a tomar partido del todo por ninguna de ellas. Para conseguirlo, el director es capaz de utilizar los recursos más finos pero también la brocha más gorda. Para empezar, vuelve a pintar los personajes con el mismo maniqueísmo que ya demostrara en su anterior trabajo, El secreto de Vera Drake. La positiva, el negativo, la que programa su vida y la que se deja llevar... Una opción válida aunque no demasiado fina. Por otro lado, mientras se molesta en definir la verdadera personalidad de Poppy y su entorno con miradas, silencios y otros detalles, las personalidades que muestran los personajes están talladas a martillazos.

La escena inicial con Poppy en la bicicleta exultando más felicidad que los niños de Verano Azul. Después en la librería, confrontándola al vendedor más arisco de toda Inglaterra. La insufrible fiesta y resaca. No entiendo qué espectador necesita tanta insistencia en la presentación del personaje. La secuencia con el mendigo, exageradamente larga, para ahondar en el carácter de Poppy. Gran parte del metraje se podría resumir considerablemente si se presentaran ciertos aspectos con más precisión y menos reiteración.

Además, es difícil encontrar interés en las subtramas que no están directamente relacionadas con las prácticas de coche y el niño problemático, los dos hilos verdaderamente interesantes. Estos dos hilos además encuentran una interconexión afinadísima en la idea de que el niño con problemas es el traumatizado profesor de autoescuela del mañana. La protagonista pregunta a su profesor si fue acosado de niño, a lo que, como en otras ocasiones, éste responde con silencio. A la vez que el niño le ayuda a Poppy a entender al hombre, en el sentido contrario, los traumas del adulto le sirven como motivación para luchar contra ello en la nueva generación. Una manera de unir temáticamente ambas subtramas, pero también una forma de remarcar la importancia suma de la educación de un niño.

Una película irregular con algunos momentos muy buenos que demasiadas veces toma, sin pudor, el camino fácil. Por otra parte, tiene momentos muy divertidos, especialmente en las prácticas de coche.