Crítica de la película Winter Sleep (Sueño de invierno) por Iñaki Ortiz

Todo el mundo miente


4/5
15/10/2014

Crítica de Winter Sleep (Sueño de invierno)
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Las cosas no son lo que parecen. Todo el mundo miente, o, al menos, sus verdades no son sinceras. Últimamente, parece que el cine de Oriente medio está especialmente interesado con este tema. Pienso en las películas de Asgard Farhadi, en las de Ari Folman, o en Omar; donde los personajes mienten o crean su propia realidad. En esas películas, el espectador está retado constantemente en mantenerse alerta acerca del juicio que hace de cada personaje. Este es el núcleo de Winter Sleep.

Los personajes están muy preocupados por la imagen que dan a los demás, pero más allá de eso, buscan sentirse bien consigo mismos mediante el autoengaño. La hermana que vive una vida vacía y se ceba jungando a su hermano porque sus actividades no son lo suficientemente importantes; mientras, teoriza sobre poner la otra mejilla a la vez que, en la práctica, no perdona a quien le rompe las copas. La mujer que vive una vida fácil, dependiente de su marido, quiere convencerse a sí misma y al mundo de que es una persona activa, útil. El protagonista quiere saberse una buena persona, generosa desde su posición privilegiada, pero cuando llega el momento de demostrarlo realmente, su pose se cae como un castillo de naipes.

El imán se ve obligado a tomar una actitud falsa para evitar perder la casa. Ambos, confrontados, en un festín de hipocresía, cuando el niño -el único que ha actuado de frente, en su inocencia infantil- debe pedir disculpas. Puede que se desmaye por la neumonía, o puede que su inocencia no soporte más esa escena de falsedad absurda.

El protagonista parece ser una persona generosa y razonable al principio, pero luego vamos descubriendo su actitud snob e intransigente, incapaz de ponerse en la piel de las clases bajas. Su amago de ayudar a quien le escribe una carta responde más a sentirse halagado y a su necesidad de hacer algo con su vida, que a un acto de generosidad. Su mujer se lo quita de la cabeza con argumentos variados, mientras realmente se está dejando llevar por los celos y por la envidia de que se interese por esa causa y no por la suya. Los celos vendrán de vuelta más adelante en la misma situación.

La película te va llevando por un laberinto de sentimientos reprimidos, palabras dolientes y pobres desgraciados atados a la mentira. Finalmente explota con tres actos de cruda sinceridad: el padre en paro tomando una decisión drástica; el protagonista matando un conejo y sintiéndose reconfortado por un acto de violencia básica, sin disimulo; y los borrachos gritando opiniones que no son nada políticamente correctas. Y es que, como comentaba en Perdida, aquí también se habla de lo políticamente correcto, de actuar según la imagen que queremos dar ante el mundo. La necesidad interior de romper con ello termina por estallar.

Nure Bilge Ceylan rueda con tranquilidad, sin grandes alardes, pero captando muy bien los diferentes ambientes. El frío del invierno, el calor de la estufa, el desorden, los zapatos manchados de barro. Me gusta especialmente como capta ese ambiente con encanto de un bonito hotel rural, las estancias agradables para los huéspedes que vienen de todas partes y la mezcla de experiencias. No se suelen mostrar este tipo de lugares en el cine, o al menos no tan bien, y me ha resultado una manera cercana de entrar en un ambiente conocido, para después mostrar la trastienda, la vida real de ese dueño del hotel con el que charlas en el desayuno sobre caminos y experiencias.

Una película muy densa, cargada de diálogos, gestos y significados. Para ver con calma.



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Winter Sleep (Sueño de invierno) en festivales: Festival de Cannes 2014 , Festival de San Sebastián 2014




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