Crítica de la película Cisne Negro por Hypnos

Aronofsky meets Haneke


5/5
28/01/2011

Crítica de Cisne Negro
por Hypnos



Carátula de la película Muy pero que muy interesante película de Darren Aronofsky, que quizá filma su película más cercana a Pi, su ópera prima, una historia de obsesión llevada al límite.

La primera media hora del film es magnífica, uno se siente arrastrado por esos movimientos de cámara de la danza, siguiendo la estela de ese cisne que es Natalie Portman a través del plano de nuca que inventó Bela Tarr y que popularizó Gus Van Sant.

La película va creciendo, a la vez que la ansiedad como espectador y la presión en el pecho, no sabiendo hacia dónde caminará el film, jugando a desmontarte todo reducto de paz y tranquilidad. Se toma la molestia de presentar la casa de Natalie como su reducto de paz, pero apenas tres escenas después descubres que su casa y la relación con su madre son casi más tortuosas que sus maratonianas sesiones de ensayos.

Cuando uno desvela los pasos que seguirá el film y ya no sabe discernir la realidad de la ficción como le ocurre al personaje de Natalie Portman, la película pierde fuerza, pero con la inercia que lleva y la brillantez del estreno de la obra sigue uno sumergido y atrapado en la tela de araña de Aronofsky.

Como comentaba en mi precrítica, el papel es un bombón para otro: Natalie Portman, que está sublime y se merece cualquier premio que exista en el planeta por su trabajo en este film. Por esa transformación de cisne negro, por esa salida del escenario a cámara ralentizada en la que parece que todos sus músculos se van a salir de su cuerpo y verdaderamente se va a convertir en un cisne negro.

Aronofsky se olvida de las pajas mentales de La fuente de la vida y nos arroja al infierno de la mano de los mejores. Los paralelismos con La pianista de Haneke son evidentes: la relación con su madre; atrancando la puerta para un festín sexual; incluso el final. También vemos reminiscencias de Polanski y su Repulsión, con esas paredes rasgadas. Incluso vemos ciertas reminiscencias a Perfect Blue, la película de Satoshi Kon, cuyos derechos compró el propio Aronofsky para rodar un plano exacto en Requiem por un sueño; evidentemente está Cronenberg muy presente y hasta, como comentaba mi compañero Rómulo, el Bergman de Persona.

Una película claustrofóbica muy bien llevada.




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