Crítica de la película Hanna por Hypnos

Joe Wright es uno de mis directores contemporáneos favoritos. Me sorprendió con Orgullo y prejuicio y me encandiló con Expiación, un auténtico peliculón de arriba a abajo en el que nos adelantó que tiene unas sólidas bases clásicas y un gusto por el barroquismo y lo exagerado que no puede más que generarme el aplauso continuo.

Su tercera película, ay la prueba de la tercera película, fue El solista, que, francamente, la tengo inmersa en un tarro de pereza y de la que parte de la crítica convencional la tacha de fallida. Nada mejor que comentarios así para que un día de estos la saque del bote y la vea con un copazo y os cuente mi opinión aquí.

Mientras tanto, en el cine ya tenemos su nueva película, de curiosa premisa argumental para un director que partía del clasicismo de sus planteamientos. Como bien comenta mi compañero Rómulo parece que está decidido a levantarse con una película bizarra en la que nos encontramos la banda sonora de Chemical Brothers.

No obstante lo anterior, lo que a mí siempre más me gusta comprobar es la solidez del guión. Y aquí nos encontramos con prácticamente dos nombres inéditos: David Farr y Seth Lochhead. Quizá nos encontremos con una de esas películas descompensadas que sobreviven gracias a la raza de las interpretaciones y de un director talentoso.

Hablando en plata, me parece que Hanna va a ser uno de esos partidos de Champions rotos, de ida y vuelta, de talento descontrolado y faltos de táctica alguna, en el que un gol hace perder al espectador o, caso de conseguirlo, se mete en la eliminatoria, aunque, pase lo que pase, no la ganemos.

Por otro lado tenemos a Saoirse Ronan, Eric Bana, Cate Blanchett y Olivia Williams.

Imprescindible.