Crítica de la película Celda 211 por Iñaki Ortiz

Se trata de una de las sensaciones del cine español de este año, y en gran parte gracias al boca a boca. Las alabanzas hacia la interpretación de un imponente Luis Tosar no cesan. Ahora está entre las prenominadas a los globos de oro (aunque también lo está la muy mediocre El baile de la victoria). En cualquier caso, es una de esas películas que hay que ver, aunque sólo sea para apoyar el buen cine en nuestro país, que el malo ya se está abriendo camino sin problemas últimamente.

Dirige Daniel Monzón, un cineasta irregular de quien al menos podemos decir que no se ha estancado en las modas nacionales y ha buscado su propio cine abordando diferentes géneros. Aquí adapta una novela, junto con su guionista habitual, Jorge Gerricaechevarría, el compañero inseparable de Alex de la Iglesia. Siguiendo con el riesgo, Monzón se atreve con un cine de género carcelario, pero no del que se apoya en la crítica social -cuestión ya abordada con éxito en películas como Horas de luz y en parte de Azuloscurocasinegro - sino en un tono más cercano a la acción. Aunque su condición europea siempre le empujará a un tratamiento de los personajes más realista y crítico.

Seguramente no tendrá tanta calidad como la francesa Un prophete, pero tampoco se quedará muy atrás. Una oportunidad de crecimiento del cine español, con una variedad necesaria, una capacidad para abordar más tipos de cine. Veremos si da todo lo que promete.