Crítica de la película La red social por Romulo

Futuro valor histórico


5/5
20/10/2010

Crítica de La red social
por Romulo



Carátula de la película En apenas 7 días califico dos película con 5 estrellas, ¡casi hasta me avergüenzo! Bromas aparte, en este caso creo que no estoy siendo generoso.

En ocasiones hay películas que se recuerdan por haber sabido reflejar con exactitud una época, un estilo, un tiempo, sus circunstancias. Ese no es poco mérito; es, de hecho, un enorme valor histórico. Pero también quiero aprovechar para hacer una reflexión: Con esta películas, de manera genérica esa "virtud" fue siendo constatable con el paso del tiempo. Es especialmente extraño que ese valor pueda sentirse y valorarse ipso facto, ya que sus peculiaridades estéticas, por así decirlo, son simplemente algo "habitual" en su propio espacio y tiempo presente.

Fincher, en cambio, ha conseguido que su película vaya más allá, y que su condición de retrato de la era internet se convierta en una certerísima crónica de un nueva dinámica social, no tanto por los hechos del relato (que también) como por su propia adecuación a las formas de ese nuevo medio.

Aceptémoslo. Dentro de muchos años se recuperará esta película una y otra vez para verla como reflejo preciso de lo que fue la primera época de auge real de internet, las redes sociales, la intrusión de un nuevo entorno de relación y comunicación en lo que, hasta aquí, podríamos llamar el movimiento social "tradicional" -en este sentido la secuencia en la que facemash.com va extendiéndose como un virus en las viejas partys universitarias es, simplemente, la mejor metáfora visual-. Pero lo más importante de La red social no es ésto.

Lo realmente relevante de esta película está en dos puntos diferentes: El primero, que como decíamos antes estamos ante una película que, de manera excepcional, ya en el mismísimo momento de su visionado evidencia su relevancia histórica futura. Esto es inaudito. El segundo, volviendo también a lo antes apuntado, que esto no es así sólo por lo que cuenta, si no por encima de todo (y como bien señala mi compañero Sherlock) por cómo lo cuenta, por cómo adapta la narrativa cinematográfica a la naturaleza de internet, a sus mecanismos, a sus características: Esta película es AQUÍ y AHORA.

Quizás dentro de unos años se verá y su estilo, su música, su ritmo, parecerán caducos, obsoletos más bien; de otro tiempo. Pero esta película tiene que ser así, encuentra su valor en su consciente condición de testimonio en directo, de testigo en el justo momento.

Además, claro, está el resto, la película como tal: La capacidad espectacular de Fincher para que una narración protagonizada por litigios legales y programadores encorvados sobre la pantalla de sus portátiles se convierta en un relato con un ritmo frenético: Ni un descanso, ni un desfallecimiento. El acierto de casting, en todos los personajes, desde su protagonista hasta cada rol secundario. La música, también certera, actual, imparable, con esa necesaria fecha de caducidad. Y el guión de Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca), que me parece un prodigio de concisión, dirección, síntesis y sentido del ritmo.

Cierro, por lo tanto, comprobando que coincido en absolutamente todo con mi compañero Sherlock, salvo que a él esa fecha de caducidad le parece un problema. Yo, en cambio, siento que estoy ante un acertado e importante retrato de un momento y, sí, quizá solamente de una moda. Pero es nuestra moda, y tiene su película.




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