Crítica de la película Star Wars, Episodio III: La venganza de los Sith por Hypnos

La saga está completa


4/5
24/05/2005

Crítica de Star Wars, Episodio III: La venganza de los Sith
por Hypnos



Carátula de la película He de comenzar confesando que en ningún momento tuve las cinco estrellas encendidas en el cine, ni desde el plano inicial trufado de un mareante plano secuencia. Precisamente porque los primeros veinte minutos de la película me resultaron un tanto...aburridos. Sí, trepidantes, sí, pero, en el fondo, aburridos. Tanta historia de vuelos, naves por aquí y por allá, robots, bla, bla, bla. Muchos ladridos para cuatro gatos. Me quedo con el personaje del androide tuberculoso Grievous, pero no me gusta la forma en que se ventilan al Conde Dooku, que parece guiado por economía de guión, o por esos dichosos 120 o 130 minutos del entrecejo de Lucas.

El caso es que tengo la misma sensación que con la escena "a lo Arma Letal" del Episodio II. Para mí la película comenzó con su vuelta a Corusant y con el detalle de la decapitación del inefable Cristopher Lee.
Pero lo que se le nota a esta película es que es más completa que las anteriores, que es la que realmente quería Lucas rodar, y que, desde luego, es la que atesora mayores momentos con aroma a CINE. Estoy hablando de escenas como la matanza de Jedis con la orden 66, la lucha de espadas con Mace Windu y Palpatine, el asalto de Anakin al Templo Jedi, la escena en la que Anakin y Padme miran a la vez por la ventana, el combate entre Yoda y el Emperador en el que literalmente se destruye el Senado, el montaje paralelo entre la operación a Anakin y el nacimiento de Luke y Leia o el funeral de Amidala.
Todos ellos grandes momentos, entre otras cosas, por el esfuerzo de John Willimas, que me parece que vuelve a estar insuperable con la BSO.

Y, sobre todo, la película tiene grandísimos momentos en forma de guiños a los fans: la aparición de Cheewbaka, la deformación del Emperador, cuando Obi-Wan recoge la espada de Anakin tras batirle, la explicación del exilio de Yoda o la revelación que Yoda hace de los nuevos poderes de Qui-Gong Jin.

Sin embargo, el guión no acaba de ser redondo, falla, y mucho, porque Lucas no sabe rodar la historia de amor entre Padme y Anakin, realzada y sostenida por la partitura de Williams; los cambios en Anakin son siempre excesivamente rápidos, mal llevados, y a veces conocemos mejor su interior por lo que dice, más que por lo que hace. Tampoco me gusta el elemento de ataques de risa que sufre el Emperador, me parece que destruyen su vitola de gran personaje. Da la sensación de que todo sucede con excesiva velocidad. Las cosas importantes tienen poco tiempo para Lucas, pero escenas intrascendentes de acción tienen excesivo desarrollo.

Y, para terminar dos cosas diré. La primera, que las actuaciones de Christensen y Portman me parecen las mejores de ellos en toda la saga; la segunda, que me maravilla la dialéctica del poder y de la corrupción humana que éste conlleva, que atesora la película. Una auténtica lección de historia enmascarada. Lo que sucede hace tanto tiempo en una galaxia tan lejana, vuelve a suceder en nuestra Galaxia y con gran asiduidad, empezando por los romanos y terminando por el mismísimo Hitler. No deben cegarnos las luces de las espadas jedis.

Esta película es imposible que contente a todos, porque hay mucho que contentar, cada fan querría que hubiese sido más desarrollado esto o aquéllo, pero la sensación general que debe quedar es la de la necesariedad de esta saga. Con ella, los Episodios IV, V y VI, gustarán mucho más, que para algo son los mejores.


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