Crítica de la película Los limoneros por Keichi

El cine no siempre es un divertimento al alcance de todos. Hay muchas películas exigentes y difíciles de asimilar por el espectador. No por ello son necesariamente buenas. Ponernos a hablar en esta precrítica sobre el concepto de cine entendido como entretenimiento o como arte no es necesario. Bastará con saber que en esta película el director Eran Riklis utiliza una metáfora -un tanto evidente- para hablarnos del conflicto palestino-israelí. Lo hace a través de una historia real pero evidentemente juega con las sugerencias e interpretaciones propias de las fábulas. Una vez identificado el razonamiento de la película, la gran pregunta es: ¿Es esta una opción equivocada?  

Buscando similitudes con otros títulos, Buda explotó por vergüenza también se servía de la metáfora para hablarnos de cómo infancia mimetiza las acciones de los adultos. Si la película funcionaba era porque se pedía al espectador que agachara la cabeza y colocara su mirada a la misma altura que la de los niños. Entendido de este modo el film de Hana Makhmalbaf cumplía su propósito. Pero en el caso de Lemmon Tree los protagonistas son adultos hechos y derechos. Es por eso que probablemente el resultado no va a ser tan redondo. No obstante, el que una película sea poco exigente con el espectador no tiene porque ser necesariamente malo. En el otro extremo tenemos películas pretendidamente profundas que esconden un terrible vació en su interior y que también engañan a más de un espectador poco espabilado. Beiger explica esa sensación a la perfección en su crítica a la insoportable Meduzot, que comparte nacionalidad con esta película. Y es que una cosa es que te traten de simplista y otra muy diferente que te llamen idiota.