Crítica de la película No por Iñaki Ortiz

Llega la alegría


5/5
23/09/2012

Crítica de No
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Me he resistido a la tentación de titular esta crítica "SÍ". Habría sido demasiado fácil, pero hay que reconocer que es lo que mejor le va. Primero porque no podría encontrar nada en esta película a lo que ponerle pegas. Segundo, por su postura optimista ante lo trágico. El famoso eslogan en contra de Pinochet no queda tan lejos del defender la alegría de Benedetti. Pero vayamos ya a repasar los puntos fuertes, una vez dicho que de los débiles no los hay.

Larraín opta por una textura de video analógico, ya nos prepara con unos elegantes créditos con desfase de canales. Está muy lejos de ser una elección formal caprichosa, tiene varios beneficios. Nos tralada de manera eficaz a los 80; aporta un realismo casi documental a la película, lo que se refuerza con una planificación e iluminación muy naturalista; y lo más importante, sirve para que la integración con las imágenes de archivo sea absolutamente suave. No uso "absolutamente" en vano, una vez dentro de la película (a mí no me ha costado nada asumir la textura), casi se olvida la integración de imágenes reales, apenas hay contraste. Esto se ha intentado muchas veces, pero pocas -quizá ninguna- con un verdadero éxito como aquí.

El mayor acierto de la película es el enfoque. Hemos visto cientos de películas que se centran en los estragos de la dictadura -y en concreto de Chile, varias, incluida Missing, la joyita de Costa-Gavras. Aquí el director decide que es momento de contar otra historia, es decir, contar los mismos hechos pero con un enfoque distinto, un enfoque positivista, pragmático. Habla de la publicidad, o si se quiere, de forma más general, de las propiedades de la comunicación. Y plantea también un dilema entre lo ético y lo práctico; el fin y los medios. Dónde situar el límite de las concesiones. Algo que, por cierto, se puede aplicar no sólo a la política sino también al arte. No olvidemos que, por mucho mérito que tenga Saavedra en la historia, a día de hoy muchos nos asqueamos con que la política sea únicamente un juego de publicidad.

Cargando con el peso dramático, un genial -como siempre- Gael García Bernal, que ya sabemos que lo mismo es mexicano, que español que chileno. Todo le va bien. El resto del reparto no desmerece para nada. Y lo mejor: uno no sabe donde acaban los actores y empiezan los testimonios reales.

Para rematar, unas buenas dosis de humor, que siempre se agradecen, que amenizan pero no por ello eclipsan la gravedad de fondo. Divertidos momentos a cuenta de la televisión, y de los viejos 80. Una película que se disfruta se la mire por donde se la mire; desde el espectador más perezoso que sólo quiere pasar un buen rato, pues no le faltan ingredientes comerciales; hasta el que quiere una reflexión profunda y salir pensando de la película. El ideal producto publicitario de éxito, le van bien todos los targets.

Completísima.

 



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