Crítica de la película Celda 211 por William Munny

Manejando los tiempos


4/5
10/01/2010

Crítica de Celda 211
por William Munny



Carátula de la película Celda 211 es una muy buena película y máxima cuando surge en mitad de un cine español muy acomplejado pero con ganas reprimidas de explotar con películas similares, valiente y osadas, que cometen errores pero que los necesitan para crecer. Es curioso que cuando se cometen, cuando a veces no queda más remedio que chirriar pero alrededor aparecen suficientes sustentos como para que lo global sea plausible al público no le importa, como me ha sucedido a mí.

La complejidad del guión, el intento de crear algo lleno, sabroso, obliga a Daniel Monzón, que ya por fin espero que sea conocido del todo, a jugar con fuego en algunas ocasiones. La más importante para mí la que enfrenta al personaje principial a un walkie y a la noticia de su mujer, rodeado de un débil malo que le permite continuar la película en mitad de un cuello sangrante. He sido conciliador y la he dejado pasar entendiendo la necesidad pero eso, esa manera de cerrar un problema, obligando demasiado a confiar en la buena intención de todo, es lo que ha aportado un punto menos de exquisitez a un film muy bien llevado, sobre todo en los tiempos y muchas maneras.

Y por otro lado tenemos en eterno acierto de colocar actores desconocidos en papeles clave (Alberto Ammann), aportando verosimilitud y poco donde comparar para no eliminarlos de la ecuación y a eternos del panorama en papeles totalmente dispares que alegran los matices y las ganas de seguir observándolos (Luis Tosar o Antonio Resines). Además, con una ambientación sincera y realista, con un tiempo marcado y la aportación del suspense como medida de mantenimiento, podemos jugar al final con una intención mayor, la de la denuncia, la de la muestra de una realidad ante un personaje central desarraigado y moralmente pisoteado. Así sí se puede entender sin confusiones una película que aporta savia nueva y rica.

Perdonada pero a costa de ser difícil de llevar. Admirada por sus virtudes generales y no por el simple espectáculo, solo puedo alabar unos momentos que encima en comparación con la producción nacional ganan de goleada. Éste es el cine comercial entre comillas, la película es muho más que eso, que debe tener el cine de aquí. Daniel Monzón sigue demostrando que sabe y que quiere más, a seguir en este camino.




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