Crítica de la película Memorias de una Geisha por Hypnos

¡¡¡¡No me vale!!!!


1/5
24/02/2006

Crítica de Memorias de una Geisha
por Hypnos



Carátula de la película Rotundamente, no.

La fotografía será todo lo elegante que quieras, la banda sonora será todo lo preciosista que quieras, el diseño de vestuario será todo lo iconoclasta que quieras, pero nada de eso es argumento suficiente para compensar una tomadura de pelo semejante.

La novela, sobrevalorada en mi opinión, tiene unas cuantas virtudes. Entre ellas destaca la profundidad de los personajes y de las relaciones entre ellos. Y, sobre todo, el personaje de Nobu, auténtico pilar de la novela y de la trama.

Pues bien, Nobu era un veterano de la guerra de Manchuria que, a consecuencia de un acto heróico, pierde un brazo, y la piel de su cara queda terriblemente deformada, tanto es así que es conocido como, el lagarto.

¿Qué nos encontramos? A un Nobu cinemtaográfico con un trozo de plastilina en un lado de la cara, con sus dos brazos, y sin transmitirnos el asco que debe. Y, me repito, este asco es absolutamente clave en la historia.

¿Quién es Chiyo? La protagonista es una niña, que no es arrancada de su casa, ella, con su madre enferma, conoce a un hombre mayor en su pueblo, Yoroido, que la acoge, y que le hace soñar a ella con que la adoptará, porque su padre está ido, y su madre muy enferma. Pero él la traiciona y las vende. Ese episodio es clave. En la película no aparece por ningún lado.

Y tampoco es que quiera entrar en muchos aspectos más de la nefasta adaptación. En líneas generales, lo que se ha hecho ha sido quedarse con la sinopsis y desarrollarla totalmente al margen de la novela.

La pregunta de siempre: ¿es esto malo? No tiene porqué, pero sí que lo es cuando el resultado es conseguir unos personajes planos, y sí que en este caso nos encontramos con una historia de marionetas, totalmente al servicio de Rob Marshall, más preocupado en explotar sus virtudes de coréografo en un baile que se saca de la manga, que de contar una historia con matices y profundidad.

Todo es puro artificio, kabuki, y tiempo perdido. La película es un fracaso desde la A hasta la Z, desde el productor Spielberg, hasta Rob Marshall, máximo perpetrador.

Si yo fuera Arthur Golden estaría haciéndome el harakiri.


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