Crítica de la película Avatar por William Munny

Tras las gafas de tres dimensiones uno se daba cuenta de que nunca se había visto aquello de aquellas maneras. Tras la cortina de cabezas ilusionadas por el film uno podía ver la magia del cine, ese cine comercial pero completo, que ya hacía mucho no se percibía por las esquinas de los edificios que albergan pantallas, ahora multicines de miles de salas y pasillos. Era el momento de la verdad, y James Cameron con su invento Avatar no defraudaron.

El público ha cambiado, ahora el más mayor se acerca a las salas sin el miedo de antes pero el más joven, ese que se atreve a empezar a manchar los momentos de silencio o que simplemente aspavienta sin respeto al resto de la sala, se ha olvidado claramente de disfrutar, simplemente acude para pasar el rato y gamberrear, no todos es cierto, pero sí muchos, y eso lo ha pagado el film no desde la taquilla sino desde el futuro, ese en el que se haga lo que se haga, nada servirá para callar y contemplar. Si una película es digna de ser un poco más apreciada de los normal, esa es esta con respeto de El Señor de los Anillos, en mi opinión la mejor de la década.

Centrándome en el film, además de destacar el aporte visual de las imágenes, del movimiento, de la animación, hay que hacer mella en el punto débil de una película que como dije en la radio, será vista con ojos de besugo dentro de dos años lo mismo que ET el extraterrestre todavía pasa por nuestras retinas como tontos cada vez que vuelve a la televisión. La temática, ese punto ecologista y vital, que ya los japoneses nos muestran siempre con mayor poesía, eso sí, véase Final Fantasy la fuerza interior, juega en contra del tipo de espectador que no se toma demasiado en serio la trama pero que sigue alucinando con las imágenes. Yo, que me ha gustado todo, aunque haya un poco de pedantería comercial, no había más remedio, no puedo más que decir que es un mal menor en un mar de virtudes.

Esas virtudes viajan mucho entorno a la maravilla de disfrutar sus minutos, demasiados (se podía haber acortado), en base a sus hazañas espectaculares con un registro visual inaudito y además bien dirigido y aprovechado. La mano de un buen director es evidente. Al menos, en lo referente a los diálogos y a los momentos puramente de trama con frases podemos sentirnos algo enfadados con la parte en la que la caricatura del militar más malo, maloso y cruel jeje, se nos muestra insistente. Llegados a ese punto, y para mostrar la ira desmedida de un ser cruel con el mundo y la vida podríamos hasta aceptarlo, pero el resto nos despista y nos lleva a seguir alabando unos momentos de imagen escalofriantes y modernas. Una vez más, la fuerza del conjunto puede con nosotros y nos olvidamos de lo menos bueno, porque no quiero decir malo.

Y quien quiera ver en Bailando con lobos o Pocahontas, una excusa para rechazar el film, no piensa en que ambos films son eternamente buenos, cada uno en su capítulo, cada uno en su forma y manera, y que la universal historia que se narra, esta vez contada con el garbo de la magia mística, es verdad, se seguirá contando y contando porque es la que verdaderamente sensibiliza y llama la atención, la de siempre, aunque sea cierto que se podrían crear más matices, de acuerdo, pero enfrentándonos a  una película de 10 horas, a lo Béla Tarr.

Por otra lado me ha gustado el guiño de Cameron una vez más a la lucha del ser humano, siempre tratando de mostrar un bípedo que supera lo razonablemente cierto para ir más allá, dejando rienda suelta al alma pura. La escena del contacto con el avatar por parte de un impedido físico es sencillamente pura, entera. La vida que hay en ese momento, la magia de su importancia y significado es la crítica a un mundo poco cuerdo que no puede librarse de su verdad, de su alma. Se trata de un mensaje de esperanza para todos, para los que no pueden correr y para los que no lo desean. Me ha encantado.

En difinitiva, un film que hace época, que a sabido gestionar tras 14 años un buen contenido, y que ha triunfado hasta con aquellos que no la toleran, que no son muchos pero tampoco pocos. Una película recomendable para todos, tanto ahora como en el tiempo. Un film que supera las barreras, que salta pero se queda suspendida y reposada para el disfrute. Y ahora ya puedo marchar a ver arte y ensayo, rarezas, independientes films, pero de vez en cuando una de estas hace falta.