Crítica de la película El secreto de Vera Drake por Iñaki Ortiz

El realismo en el cine es un arma que ha de ser bien utilizada. Sirve para conseguir que los personajes nos sean más cercanos y por tanto tengamos una mayor identificación con ellos, nos importen más, y no sólo los personajes sino la historia que se nos cuente también. Sirve además para tratar temas sociales, hablar de cuestiones importantes con cierta objetividad. Pero cuidado, porque a la que te descuidas te cuelan una historia tediosa, monótona que no tiene el más mínimo rastro de cine. Una de esas películas que son como mirar por la ventana de tu casa (y no siendo tu casa la de James Stewart...). Esto, amparado por la concepción de que el cine debe ser como la vida misma.

Cuando veo ese polvorín familiar que es “Secretos y Mentiras” quedo muy satisfecho. Me habla de relaciones familiares, y de la vida misma. Pero lo hace de una manera que “la vida misma” me resulta interesante. Y ahí está lo complicado. Además contaba con unos diálogos intensos y muy afinados, así como las interpretaciones. Su director, Mike Leigh nos presenta ahora su última película, “El secreto de Vera Drake”, que viene avalada por el festival de Venecia por si a alguien le importa. A mí me basta con su director y con su cine. También quiero ver la actuación de Imelda Staunton, aquella madre histérica de “Los amigos de Peter” y ver si valía su nominación al Oscar y su copa Volpi en Venecia.

Un tema duro, pero real. Una nueva oportunidad de conjugar la realidad con el cine y hablar de temas complicados, pero con talento, sin dormir al personal.
Por eso quiero ver esta película y no “El penalti más largo del mundo”.


Google+

comments powered by Disqus