Crítica de la película Gravity por Iñaki Ortiz

Empieza la película y uno se siente como si estuviera en Futuroscope, viendo un video 3D de la NASA, con espectaculares imágenes del espacio. La recreación es tan fidedigna que es fácil olvidar que lo que se está viendo es ficción. Primero, por la calidad de los efectos especiales. Segundo, por el cuidado que se ha tenido en recrear la mecánica de los cuerpos en el espacio. Inercias, acción-reacción, silencios, impactos de basura espacial, presión, fuerza centrífuga. Casi parece un falso documental.

Pero el ambicioso Alfonso Cuarón no se queda ahí y decide que su cámara (este término se queda corto para el punto de vista) puede hacer exactamente lo que a él le venga en gana. Entrar y salir, flotar, girar, pasar del plano más general imaginable a uno de detalle sin corte ninguno. Todo. Y no solo para conseguir una hazaña técnica, lo cual ya es un valor; no, lo que consigue es introducir al espectador dentro de la acción y hacerle olvidar que está viendo una película. No sé como será verla en 2D, pero la experiencia en 3D ha sido increíble. Sinceramente, me ha sorprendido que a día de hoy esto ya se pueda hacer con este nivel de realismo.

El guión es flojito, con algunos momentos de sentimentalismo barato y muy fácil, pero la tensión que producen sus imágenes aplasta cualquier defecto en este sentido. También justita la interpretación de Sandra Bullock, que no consigue aportar nada positivo; en el mejor de los casos, no molesta.

Gravity consigue marearte de verdad, consigue que se te acabe el oxígeno. Te agarras a la butaca con fuerza, no vaya a ser que salgas disparado hacia el terrorífico vacío.