Crítica de la película Genpin por Beiger

Genpin podría haber sido una reflexión interesante sobre la alienación que produce la tecnología, en este caso aplicada a la medicina, y más concretamente a los partos. Un tema muy ciberpunk - sí, meto uno de mis temas preferidos con calzador - que tratado por los japoneses adquiere un interés especial. Por dos motivos, en primer lugar por su enorme apego a la tecnología - en Japón se considera un mejor servicio aquel te lo da una máquina en lugar de una persona, lo contrario que aquí - , y, por otro lado, el enorme choque cultural entre lo rural y las tradiciones, y lo urbano y el desarrollo.

Genpin podría haber sido, también, un poema visual, una obra artística y, por lo tanto, haberse concecido ciertas licencias a la hora de mostrar cierto rigor científico. Podría haber apelado más a las emociones que a la razón pura, y a la poesía frente a los fríos números.

Genpin podría haber sido todo esto.... pero no lo es. Porque una cosa es "concederse ciertas licencias" y otra cosa es abordar un tema de la importancia del nacimiento de un hijo, abogando por un sistema cuyo creador afirma cosas como que "si un feto puede morir no hay que hacer nada para evitarlo" porque "intentar evitarlo es negar la muerte, y negar la muerte es negar la vida"...  Quizá esta sea la mayor burrada de todo el no-documental, porque lo más doloroso para cualquier mente medianamente científica es que no se aporta NI UN SOLO DATO. Los datos no deben de ser poesía... así que brillan por su ausencia.

Auténtico despropósito...