Crítica de la película Ángeles y Demonios por Obi-Wan

Y aún así arrasará en taquilla


2/5
19/05/2009

Crítica de Ángeles y Demonios
por Obi-Wan



Carátula de la película Cuando uno tienen las expectativas muy bajas sobre algo, es difícil que decepcione. Así que esta vez, en vez de sufrir como me sucedió con El Código Da Vinci, he podido disfrutar con los pensamientos y las sonrisas maliciosas que el visionado de la película me ha proporcionado. Y es que lo siento, pero sigue habiendo escenas de chiste, poco creíbles y mal elaboradas, a las que hay que culpar a partes iguales tanto a Dan Brown, escritor de la novela, como a Ron Howard, director de la cinta.

Si en el libro ya había momentos dónde había que echarle imaginación para tragarse las explicaciones de como las sucesivas pistas iban siendo resueltas, en el film es imposible pillar al vuelo como el personaje de Robert Langdon es “iluminado” para descifrar los enigmas. Por no hablar del acelerado y anticlimático desenlace, que resulta irrisorio y vergonzante, y dicho sea de paso,  no me ha resultado ni siquiera espectacular. Aunque también he de decir, que he agradecido que se cambiara ligeramente el final, porque no me quiero ni imaginar la escena que se hubiera creado con un Tom Hanks saltando del helicóptero y salvando su vida planeando hasta el río.

La batalla Ciencia vs Religión ha sido menor de la que me imaginaba, porque es difícil que haya una buena  pelea, si uno de los dos contrincantes no se puede defender. Y es que a la Iglesia no se le da tregua para alegar su defensa, que siempre le dan más fuerza y más morbo a estos debates. Una pena.

Caso aparte vuelve a ser las interpretaciones. No, a Tom Hanks esta vez no parecen haberle metido nada por el recto, como fue el caso en la anterior parte, pero ahora es como un personaje de cómic, exagerado a ratos y artificialmente gracioso a otros y con una cara de panoli en el resto que da lástima de verlo. Ewan McGregor, no llega a ofrecer la solemnidad que se le hubiera requerido en ciertos pasajes, e incluso llega a poner caras como en Moulin Rouge antes de ponerse a cantar, como cuando está apelando a la cordura que debería de tener la Iglesia para que diera la cara ante el mundo entero por sus actos. Los personajes secundarios tampoco han sido aprovechados lo más mínimo, con actuaciones planas y sin matices, y eso que la vuelta de tuerca del final daba juego para ello.

Para muchos será una película entretenida y suficiente para pasar el rato, con el reconocimiento al esfuerzo de conseguir un retrato de la ciudad inmortal muy logrado, que era una de las mejores cosas que tenía el libro y que despertaba un imperioso sentimiento de visitar Roma, dado sobre todo que se han tenido que recrear todos los escenarios dónde el Vaticano no permitió rodar. Personalmente, a mí me ha hecho reír (lo malo es que no era una comedia) y reiterarme en la idea de que Ron Howard es plano, predecible e incapaz de crear la más mínima atmósfera de misterio o solemnidad




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