Crítica de la película Cisne Negro por Iñaki Ortiz

Intensa y claustrofóbica


5/5
24/02/2011

Crítica de Cisne Negro
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película La cámara siempre pegada a los personajes, con un ángulo cerrado claustrofóbico. La imagen muy granulada, aunque podría esperarse una imagen limpia, fría y perfecta (como la de un cisne blanco), parece que Darren Aronofsky se ha enfundado el disfraz de cisne negro para tomar las decisiones estéticas. Consigue un clima agobiante, cerrado, obsesivo, sin aire. Ya desde la primera secuencia, el baile en el sueño, donde la cámara es un bailarín más, casi una vista subjetiva. Brillantemente apoyado en el trabajo de sonido, con esos aleteos, esas pisadas, esos susurros, la película consigue cautivar desde el primer minuto. El director también vuelve a echar mano de la dentera y lo desagradable, como hacía en Requiem por un sueño, esta vez usando las uñas y la sangre.

Nos cuenta una historia obsesiva, de locura, cercana a su ópera prima, Pi, aunque también con muchas referencias claras a otras películas, como ya han comentado mis compañeros, la evidente relación con La pianista o Persona. El argumento es sencillo y las cartas pronto están sobre mesa, los pequeños giros de thriller psicológico no están en absoluto ocultos. Aronofsky juega a los paralelismos de la película con la obra, de manera muy ajustada, al tiempo que se adentra en la mente de una intérprete entregada, que debe ser capaz de adoptar personalidades opuestas -en este caso en la misma obra- para tratar así ese trastorno de personalidad que parece tener un artista entregado.

Todas las alabanzas son pocas para Natalie Portman, que consigue que el tremendo mérito de parecer una bailarina profesional (al menos para un profano como yo) no sea ni siquiera la mejor de sus virtudes. Y es que el verdadero punto fuerte lo demuestra en su transformación. Primero es capaz de encarnar a esa muchacha introvertida y reprimida, haciéndonos sentir su rigidez con cada uno de sus músculos y articulaciones. Está claro que también ayuda el director, incluyendo esos crujidos, y esos primerísimos planos de pies calentando. Pero el rostro (y el cuerpo entero) de la actriz no puede expresar mejor esa idea de que necesita soltarse, divertirse y explorar abiertamente su sexualidad. Por supuesto, todo para volcarse al otro extremo, en los momentos contados en los que aflora el cisne negro. Portman está increíble, y alejada de su clásico papel de cara bonita.

Por supuesto, la banda sonora es importantísima, y aquí el trabajo del siempre genial Clint Mansell es excelente. Con una sutileza no muy propia de él, pero con una intensidad muy reconocible. En este corte que se repite varias veces, se aprecia claramente lo sutil e inquietante de la banda sonora.

Una película intensa y agotadora. Espeluznante y bella. Quizá la mejor película del director hasta la fecha.



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