Crítica de la película Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres por Iñaki Ortiz

Ruido


4/5
17/01/2012

Crítica de Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Los puntos flacos de la película, relacionados con su esquema trillado de whodunit y el desinterés por el desenlace, frente al valor sobresaliente del personaje de Salander; están ya detallados con acierto por mi compañero Rómulo, así que no me repetiré, leed su crítica. Problemas habituales de un bestseller con los ganchos fáciles habituales. Sólo quiero remarcar lo triste que es ver a un director como David Fincher rodando esa escena de psicópata desenmascarado tan rematadamente tópica, después de haber conseguido en sus comienzos el impactante final de Seven o rizar el rizo en Zodiac con un falso climax que supone una vuelta de tuerca (véanse las dos en nuestro artículo sobre las mejores escenas de David Fincher).

Dicho esto, quiero centrarme en lo que creo que interesa verdaderamente al director: el ruido. Desde todos los puntos de vista. Por supuesto, el ruido que Trent Reznor y Atticus Ross incluyen en su banda sonora (a veces se mezcla con los sonidos de ambiente como en las escenas de la mamada y el aparato de limpieza con su frecuencia desesperante). El ruido de ambiente, el que se oye en los otros pisos, el que producen los personajes. Pero no sólo hablo de ruido sonoro, toda la filosofía de la película está centrada de alguna manera en el ruido. Desde la estética (y estilo de vida) hiperagresiva, hardcore punk de Salander, pasando por la violencia extrema y la inmoralidad que desborda en la mayoría de los personajes.

La elección de los compositores no es simplemente una decisión continuista (recordemos que ya estaban en La red social, con la que ganaron el Oscar), aquí su tono, y en concreto el del grupo de Reznor, Nine inch nals (con el que Ross colaboró) y su música industrial, encajan tan a la perfección con la cultura de los personajes que incluso uno de ellos aparece con una camiseta del grupo. El caos y la oscuridad reinan en la película. Algunos planos tienen tan poca luz que apenas son distinguibles. Se nos avisa ya con la imactante intro videoclipera que parece un cruce entre una intro bond y un videoclip de Marilyn Manson, pero en cualquier caso, es espectacular.

Todo este caos, violencia, oscuridad y la inmoralidad de la nueva urbe, remite muy directamente a Seven. Fincher aprovecha y enfatiza recursos que ya había usado en aquella. Pienso por ejemplo en esas habitaciones contiguas vacías y sombrías, donde sólo el pensamiento de entrar ya provoca rechazo.

En definitiva, un material demasiado limitado, muy por debajo de las ambiciosas aspiraciones del director, mucho más convencional, que sin embargo, le sirve para adentrarse en el universo más oscuro de caos, violencia y ruido.



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