Crítica de la película Cisne Negro por Romulo

Zapatillas blancas, zapatillas negras


5/5
19/02/2011

Crítica de Cisne Negro
por Romulo



Carátula de la película

Vaya por delante que, primero que todo, me ha llamado la atención la simpleza de la propuesta de Aronofsky, cuando quizá todos esperábamos una película de cierta complejidad. Pero no, lo que aquí ofrece el director de Pi es una autopista de única dirección, por la que arranca ya a cierta velocidad para, enseguida, acelerar a fondo (sin ningún tipo de dosificación) y llevarnos en volandas en la dirección que pronto todos intuimos.

Este camino es el de las alucinaciones de su protagonista, que sucumbe a las presiones varias que encuentra en su camino, en sus aspiraciones de prima ballerina. Aronofsky se entrega tan pronto a la máxima potencia, talento y eficacia audiovisual de esas sucesivas alucinaciones (de puro género de terror) que nos obliga a asistir al espectáculo con un cierto distanciamiento, obligado si queremos seguir aceptando la propuesta de la película.

Ocurre, no obstante, que el talento del director es tal, el ritmo es tan bueno, la factura artística y técnica tan precisa, tan hermosa y perturbadora al mismo tiempo, que no hay que hacer ningún esfuerzo para seguir dentro de la película, aun con ese relativo distanciamiento. Escenas como la de Winona Ryder en el hospital o el definitivo delirio de Natalie Portman en su propia casa, son el más claro ejemplo.

Se agradece que, una vez entrados en ese maremagnum, Aronofsky haya aceptado llegar hasta el final: Una vez en la representación, había que convertir "realmente" a Nina en Cisne negro, y así lo ha hecho. Sin miedos. El clímax final, el estreno, es simplemente magnífico. Agotador e impactante para el espectador.

Puede parecer que estoy planteándole muchos peros a la película, pero creo que (sobre todo en películas a las que uno puntúa alto) hay que dejar claros los matices, a los que esta vez podría llamar "a pesar de todo esto". Porque no son más que eso. No deja de ser gratificante comprobar cómo aun hay nombres propios en el cine actual capaces de jugar con el sonido de modos que la gran mayoría, simplemente, olvidan. El sonido: A menudo, ese gran "marginado".

Aronofsky sabe asustar, acongojar, epatar con un empleo mayúsculo del sonido. La madera crujiendo bajo las puntas de la bailarina, las voces, los ecos de acordes anteriores... En esta línea, matrícula de honor al esfuerzo de deconstrucción y deformación de la partitura de Tchaikovsky que ha hecho Clint Mansell.

Para terminar, dos aspectos de los que ya ha hablado mi compañero Hypnos en su post-crítica. Primero, Natalie Portman, que efectivamente está de premio. Todo un recital. Pero también hay que aplaudir varias presencias: La de Vincent Cassel, que transmite todo de un modo tan perturbador que uno se siente incómodo y nervioso ante sus apariciones en pantalla; y la de Winona Ryder, más una imagen que una interpretación. Pero simplemente perfecta.

Segundo, las referencias. Hypnos las clava: El Perfect blue de Satoshi Kon es evidente (incluso las protagonistas de ambos films comparten casi idéntico nombre: Nina y Mina; además de dormitorios calcados); el Repulsión de Polanski en varios momentos; mucho del joven y mejor Cronenberg. Y añado: No olvidemos la deuda evidente con Las zapatillas rojas de Powell y Pressburger.

Aronofsky ha venido a conjugar la imaginería visual del ballet con elementos más propios de géneros como el Terror, y lo hace sin perder un ápice de su personalidad, de su potencia como narrador. Ahí queda esa cámara que en un mismo plano es capaz de parecer nerviosa y de mostrarse insultantemente fluida. Ahí queda esa imagen orgullosamente granulada.




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