La noche entre el jueves y el viernes, afortunadamente, no fue lluviosa, ni extremadamente fría. A pesar de todo, bajo la manta, y con un buen abrigo, seguía notando ese airecillo gélido de madrugada que te impide dormir. Todo por conseguir los abonos para la semana de terror de este año. ¿Valdría la pena? Mi compañero Beiger, sufre conmigo la noche: lo tenemos claro, el año que viene vendremos directamente por la mañana. Aunque, a pesar del tiempo que llevamos ahí, por delante hay al rededor de 80 personas. A última hora, a las cuatro de la tarde, cuando ya llevo ahí 17 horas, abren la taquilla y hay quienes se quedan sin abono, nos rendimos de nuevo: probablemente el año que viene volvamos a caer. Lo cierto es que este año hay algunas películas que parecen muy interesantes.
La película que más llama mi atención
es Vampires, una no-ficción belga que promete estar cargada
de ironía. Es la segunda película que Vincent Lanoo trae a
la Semana. Otro habitual de la Semana es Chirs Smith, que ya
se ha traído joyitas como Severance o Triangle. Este
año nos trae una aventura medieval con Sean Bean a la cabeza:
Black Death. No me la pierdo.
De El último exorcismo se
hablan maravillas. Se dice que no es otra película más de
exorcismos, sino que aporta un enfoque innovador, seguramente estamos
de nuevo cerca de la no-ficción.
La gandora de Sitges de esta reciente
edición ha sido Rare exports,
película que no nos es desconocida en la Semana, pues parte de la
idea del corto del mismo nombre que vimos de su director, Jalmari
Helander, hace unos años.
Sin duda, una marcianada que valdrá la pena. En cuanto a premisas
interesantes, también quiero destacar Monsters,
definida por su director como Lost in translation en un mundo de monstruos. Ahí queda eso.
He
hablado de estas películas, aunque este año hay unas cuantas que
pueden valer la pena, incluso dar la gran sorpresa. Películas como
Captifs, Les
nuits rouges du bourreau de jade,
Redline, Somos la noche... En fin, ya
os lo contaremos todo.