El cine del director Steve McQueen


15 de Diciembre de 2013
por Iñaki Ortiz

La carrera de Steve McQueen resulta impresionante. Con solo tres películas ya ha conseguido situarse entre los cineastas más interesantes de nuestro tiempo. Ha cosechado premios en festivales y ahora, su nuevo trabajo, 12 años de esclavitud, es una clara candidata al Oscar, además de estar pegando fuerte en la mayoría de los premios precedentes. Junto con sus dos anteriores trabajos, Hunger y Shame, el director cuenta con una filmografía impecable, con un claro estilo personal.

Steve McQueen


Videoarte

La carrera de McQueen no empieza con el cine sino con el videoarte. Su obra se ha expuesto en algunos de los mejores museos del mundo y consiguió el premio Turner por su cortometraje Deadpan. Se trataba de un homenaje a la famosa escena de la película de Buster Keaton, Steambot Bill Jr., donde una fachada se derrumba sobre él pero queda ileso gracias a la ventana. El propio McQueen era el protagonista que se la jugaba en esta revisitación del clásico mudo. En este vídeo se puede ver parte del corto: 

 

Son trabajos pensados para su proyección en museos. De hecho, algunas de ellas requieren de una proyección especial, en diferentes pantallas. Por ejemplo Drumroll, una obra en la que el director colocaba tres cámaras en un barril y las lanzaba por Manhattan, para después proyectar cada una de las tres imágenes de forma diferente: las grabaciones de las dos cámaras situadas en la dirección el eje, con una pantalla circular, y la cámara situada en la superficie curva, con una pantalla rectangular. Por tanto es un material indicado solo para su visionado en una sala preparada para ello.

Drumroll
Proyección de Drumroll

Su cine no es videoarte, pero su formación en esta disciplina es palpable en su forma de rodar. En Hunger, las paredes de las celdas están llenas de excrementos, y tanto su composición como los planos de limpieza podrían ser imágenes de videoarte. Expresionismo con una carga de profundidad que golpea desde la pura estética a lo emocional. Largas escenas sin valor narrativo como una escoba recogiendo la orina en los corredores de la cárcel. En Shame, otra sostenida escena del protagonista corriendo por las calles de Manhattan, que si bien no está rodada esta vez desde un barril, su objetivo se encuentra más cercano al arte audiovisual (el color, la banda sonora, el valor conceptual) que a un planteamiento narrativo cinematográfico convencional. En 12 años de esclavitud, las aspas de un barco en primer término, acompañadas de su sonido ensordecedor y de una banda sonora inquetante de Hans Zimmer, recrean la angustia del viaje hacia la desesperación mejor que otros momentos de narración más explícita. El sexo contra la cristalera en Shame podría muy bien ser una performance transgresora. Podríamos poner muchos más ejemplos. Este es uno de los puntos más fuertes de este cineasta, su capacidad de expresar conceptos y emociones con elementos puramente audiovisuales, así como su convicción a la hora de no ceder ante una narración convencional. Sus obras son abrumadoramente plásticas. Con una coherencia estética, en el uso del color y las texturas; y en adecuar su manera de rodar al tono de la película. Por ejemplo, es muy sofisticado en Shame, mientras que más clásico, más sobrio en 12 años de esclavitud, que es una historia de época sobre un texto del siglo XIX.

Hunger. Mierda en la pared

La mierda en la pared de las celdas de Hunger bien podría estar expuesto en un museo. Además, le sirve al director para un largo plano sostenido de limpieza. La resistencia, el desgaste.

 

En esta escena de Shame, McQueen rueda un largo travelling sin cortes, siguiendo al protagonista por las calles de Manhattan. Llama la atención que, a pesar de lo extenso del recorrido, los colores se mantienen coherentes a la paleta de la película. Todo un trabajo de dirección artística y fotografía. La escena nos muestra al protagonista en busca de relajación, con su música clásica, corriendo hacia ese objetivo que nunca llega.


Cine con mayúsculas

McQueen ha elegido, en al menos dos de sus tres películas, un tema sobre el que ya hemos visto docenas de títulos, mejores o peores: el IRA y la esclavitud de los negros en Estados Unidos. En ambos casos ha conseguido ofrecer un valor añadido. En parte, por esa convicción que comentaba de no ceder ante lo convencional. Más notable en Hunger, donde apenas incluye diálogos en toda la película, a excepción de una larguísima y frenética conversación central de más de veinte minutos que sirve de bisagra para dos partes bien diferenciadas. En lugar de sus diálogos, juega con imágenes de un impacto visual asfixiante acompañadas de unas composiciones musicales ásperas. Incluye extractos de audio de Margaret Thatcher en off situándolo sobre otras imágenes. En definitiva, toma decisiones atrevidas que hacen de este un acercamiento único al tema. Además, elabora un discurso ético comprometido, complejo y seco, abierto a la reflexión.

Primer plano de Chiwetel Ejiofor
En uno de los planos más atrevidos de la película, el protagonista se permite mirar a cámara momentáneamente, en medio de un largo primer plano. El espectador forma parte de la película en ese momento.

En 12 años de esclavitud, se acerca a la cuestión de un modo mucho más profundo que el habitual. No se queda en los aspectos más evidentes como son los latigazos, las violaciones, los abusos, la expolatación. Obviamente, eso también está, pero la película hace hincapié en una cuestión mucho más elemental y menos tratada en cine: la cosificación del esclavo. La vemos en la falta absoluta de intimidad; en que no pueden tener las propiedades más mínimas (una pluma); en la negación y ocultación de su intelecto; en la medida puramente económica de su integridad (los daños a los esclavos se miden en pérdidas de inversión del amo); en el uso descuidado y desproporcionado de la violencia (la jarra de cristal lanzada a la cámara, el ataque repentino con un cuchillo). McQueen nos muestra que los latigazos y el trabajo forzado no son más que la punta de un iceberg enorme y terrorífico formado por una premisa: los esclavos no son personas, son propiedades, y por tanto, cualquier dignidad humana, al nivel que sea, no les corresponde. Desde este planteamiento nos hace mirar al horror sin poder apartar la mirada, y construye así una de las películas sobre la esclavitud más terribles.

La esclavitud

McQueen se acerca a sus temas con una mirada nueva, incisiva y honesta, pero además lo hace con una atmósfera sobrecogedora que nos hace vivir el infierno de sus protagonistas. Hasta ahora, las tres películas narran una situación terrible, de una manera u otra. Las tres hablan, de un modo u otro, de la falta de libertad. En Hunger por la por la falta de derechos de los presos; en Shame, el protagonista es un esclavo absoluto de su adicción, que no le permite decidir sobre su vida; y la tercera película trata explícitamente el tema de la esclavitud. Al director no le sirve con contar esta tragedias, su objetivo es poner al público en la piel del personaje. Para ello, forma una atmósfera muy densa, que va agotando poco a poco al espectador. La secuencia inicial de Shame, con una estructura reiterativa, con largos planos secuencia, con una banda sonora paciente y demoledora. La claustrofóbica y maloliente ambientación de las celdas de Hunger, oscura, fría, cruda.

Michael Fassbender en Shame

El director no necesita avanzar narrativamente en cada escena. Se trata en muchas ocasiones de incidir una y otra vez en un retrato hiperrealista, hasta captar con los cinco sentidos lo que ofrece. En sus dos primeras películas, apenas hay evolución del personaje -en Hunger porque en su primera mitad se muestra básicamente coral, en Shame porque el drama reside precisamente en su incapacidad de evolucionar. McQueen no hace ni una sola concesión al espectador, no ofrece explicaciones, ni subraya -quizá algo más de todo esto en su última película, más abierta a otros públicos. Su cine es más un retrato que un cuento. Es más un artefacto diseñado para golpear las emociones y el intelecto.

Tiene en alta consideración la inteligencia del espectador y se limita a ser exhaustivo y realista en aquello que muestra, sin necesidad de explicaciones. Se preocupa solo de llegar un poco más lejos, sin suavizar lo más mínimo el drama, aunque tampoco empalagándolo. Seco y directo. No teme ser explícito, en la violencia; no tiene pudor en mostrar el cuerpo desnudo, contraviniendo absurdas censuras tradicionales.

Sexo junto a la ventana

Steve McQueen es uno de los cineastas más refrescantes en activo y el hecho de que lo sea con su escasa pero impoluta filmografía representa una esperanza prometedora. Seguiremos de cerca su evolución.




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Carátula de la película 12 años de esclavitud

12 años de esclavitud

 (12 Years a Slave)
5/5
Director: Steve McQueen
Actores:
Chiwetel Ejiofor
Dwight Henry
Dickie Gravois
Bryan Batt
Carátula de la película Hunger

Hunger


4/5
Director: Steve McQueen
Actores:
Michael Fassbender
Stuart Graham
Helena Bereen
Carátula de la película Shame

Shame

 (Shame)
4/5
Director: Steve McQueen
Actores:
Michael Fassbender
Carey Mulligan
James Badge Dale
Nicole Beharie
 



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