Lo mejor de estos 5 años

Como los más asiduos bien notaríais, hace poquito tuvimos en nuestra cabecera una preciosa tarta con cinco velitas. Cinco añazos durante los cuales Precríticas ha venido trabajando día tras día para teneros informados de los estrenos de cada semana, de nuestras previsiones críticas con cada una de las películas que se han podido ver en nuestros cines y, con casi todas ellas, también de nuestra impresión crítica una vez vistas.

Cinco años a ese ritmo da para muchas películas. Esto reflexionaba coincidiendo con la gala de los Oscar, una larga noche en la que, para variar, apenas sí ha habido cabida para las sorpresas -menos para el pobre Mickey Rourke. Y me paraba a pensar en qué sucedería si tuviera que otorgar idénticos premios a todo aquello que ha pasado por mi retina en estos cinco años. Desde mi primera precrítica (Lost in translation) hasta mi más reciente postcrítica (precisamente Slumdog Millonaire).

Así que, dicho y hecho, me pongo a ello. En este tiempo hay desde luego varios títulos reseñables, actuaciones, muchos trabajos a destacar. Pero no es ese el objeto de este post así que no me andaré con medias tintas. Nada de cobardías y listar las cuatro, cinco, seis, diez, quince películas que más me han gustado; vayamos a los "premios" directos sin necesidad de previas nominaciones.

Así las cosas, mis elecciones de entre todo lo que he podido ver en estos cinco años son las siguientes:

Mejor película: Pozos de ambición (There will be blood).
Un fresco de proporciones mastodónticas del capitalismo más salvaje, apoyado en la evolución de un protagonista feroz, de un magnetismo desbordante. Una película que aúna arte e inteligencia.

Mejor dirección: Paul Thomas Anderson, en Pozos de ambición.
El más importante de los realizadores de nueva generación de Hollywood; el gran futuro del Cine norteamericano; el heredero de todos los grandes. Una mano plena de talento que ha sabido llevar a buen puerto el proyecto más complejo de los últimos años, dotándole de un carácter autoral de lecturas múltiples.

Mejor interpretación femenina en un rol protagonista: Cate Blanchett, en Elizabeth: la edad de oro.
Una interpretación que va más allá de lo creíble, más allá de las decenas de matices que trascienden en cada gesto y cada mirada, de cada primer plano. Un trabajo que, además, justifica por sí solo el visionado de una película realmente floja.

Mejor interpretación masculina en un rol protagonista: Daniel Day-Lewis, en Pozos de ambición.
Volvemos a Pozos de ambición, destacando el otro gran puntal de la película: sólo Day-Lewis podía conferir todo su carisma animal a un protagonista feroz, ambicioso, directo, que arranca pleno de ambiciones para finalizar en una histeria salvaje. Una lección de fuerza bien empleada.

Mejor interpretación femenina en un rol secundario: Cate Blanchett, en El aviador.
Segunda mención para Blanchett, lo cual refuerza mi opinión de que estamos ante la mejor actriz del momento. Interpretar a Kate Hepburn en la gran pantalla hubiese sido un suicidio casi para cualquier actriz. Ella adopta los gestos más precisos de la gran Hepburn y reproduce su porte, su elegancia, dotándole de su propia personalidad a la interpretación, algo que automáticamente la sitúa a la altura de la gran Kate y magnifica el mérito de su trabajo.

Mejor interpretación masculina en un rol secundario: Ex-aequo, Javier Bardem en No es país para viejos y Heath Ledger en El caballero oscuro.
Mención doble para dos actores que no interpretan realmente personajes sino auténticas recreaciones del mal, la violencia y el caos. Dos símbolos de enorme potencia visual que han pasado ya a la imaginería del Cine.

Mejor guión original: El aviador, de John Logan.
Un retrato conciso y arriesgado (el guión se permite jugar con una etapa muy concreta de la vida de Hughes) de un personaje extremadamente complejo. El libreto de Logan sabe avanzar por los episodios que le interesan para construir un perfil repleto de matices.

Mejor guión adaptado: Pozos de ambición, de Paul Thomas Anderson.
P.T.A. no se amedrenta a la hora de adaptar la novela de Upton Sinclair y hace suyo el material, creando una base sólida y extensa, sin huir de ningún tipo de riesgo. La valentía del film arranca ya desde las primeras páginas (sin diálogos) del guión.

Mejor banda sonora original: Pozos de ambición, de Jonny Greenwood.
Sigo encumbrando al que considero mejor film de estos 5 años. Es turno de una banda sonora simplemente diferente, disonante, que no busca congraciarse con el oído del espectador. Un gran riesgo, lleno de referencias a grandes como Shostakovich, Stravinsky e incluso los cuartetos de cuerda de Beethoven, enriquecido con la propia personalidad creativa de su autor, miembro de la banda Radiohead.

Mejor montaje: Thelma Schoonmaker, en Infiltrados.
La habitual mano maestra en el montaje a la derecha de Scorsese. Schoonmaker, pese a su veteranía, demuestra seguir siendo uno de los referentes del más moderno sentido del montaje cinematográfico. El espectacular ritmo de cortes y pausas de la dilatada intro de Infiltrados es una muestra perfecta.

Mejor fotografía: Ex-aequo: Harris Savides en Zodiac y Eduardo Serra en La joven de la perla.
Dos estilos bien diferentes. Savides, con ayuda de la tecnología digital, envuelve la película de Fincher en un aura de pesadilla urbana. Serra juega a ser Vermeer, por imposición del guión, con unos resultados simplemente hermosísimos y, por supuesto, más que justificados.

Mejores efectos especiales: La guerra de los mundos.
Entrando a valorar no solo el trabajo técnico, sino también la adecuación del uso de los F/X al resultado de la película. Spielberg demuestra uan vez más que él sí sabe poner los efectos al servicio de la narración, algo que muchos de sus colegas no acaban de tener claro a estas alturas -incluido su amigo George Lucas-. Los efectos que están pero no se aprecian también cuentan.