Mad men o el triunfo de una escuela


01 de Febrero de 2011
por Beiger

Mad men es un serie producida entre la AMC y la HBO. Escribo este artículo tras haber terminado la cuarta y última temporada hasta la fecha (habrá, al menos, una quinta temporada). Cada capítulo dura 45 minutos donde se narran las peripecias de una empresa de publicidad a comienzos de los años sesenta y de su creativo de mayor éxito Don Drapper.

La serie destaca por su capacidad para generar atmósfera, por su estética, y por ser terriblemente sensual. Además, aprovecha las agudas reflexiones de los publicistas protagonistas para analizar diferentes aspectos de la sociedad americana de la época.

mad men sensual

Pero, ¿qué es lo bueno de Mad men? ¿Qué la hace tan buena? Es algo que me pregunto continuamente porque todavía no tengo una respuesta que me satisfaga. Para mí, hay dos frases que definen la series:

"Esto no ha pasado. Ni te imaginas cuantas cosas no han pasado".

"La gente se muestra tal y como es, pero los ignoramos. Queremos que sean lo que nosotros queremos que sean".


La primera transmite la continua tensión en la que se mantiene al espectador, cuando aparentemente tampoco está pasando gran cosa ( ¿o sí?). Y la segunda representa muy bien los entresijos de las relaciones de los personajes. Su disfuncionalidad (suya y de su época) que, por supuesto, podemos en muchos casos extrapolar a nuestros días.

Mad men, sin tener nada que ver, pertenece a la misma escuela de The Wire o Los soprano, series con una enorme confianza en sus guiones, que permiten capítulos totalmente atmosféricos donde apenas pasan cosas, tratando con enorme mimo a los personajes, y perfilándonos sicológicamente hasta el más mínimo de los detalles. Lejos de perder el interés de la audiencia, ésta reacciona empatizando con ellos, por el simple hecho de que los entienden.

Como ocurre habitualmente con las series. La idea original acaba con la tercera temporada. Pero en la cuarta han sabido reinventarla de manera interesante y darle un final de aplauso. Buenísimo sabor de boca y, ¡a la espera de esa quinta temporda!





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