No me ha gustado El rito

NO ME HA GUSTADO EL RITO

Me siento en una sala a medio llenar pero con ganas de ver El rito. Exorcismo, Roma y Anthony Hopkins (Conocerás al hombre de tus sueños o Bobby) y no sé si a partes iguales. Un poco obligado pero contento de disfrutar de una sesión de cine, comercial, en el que me sitúo para poder disfrutarlo como lo que es, una película más de la que no tengo demasiadas esperanzas.

La primera parte de la película no me disgusta. Rutger Hauer (Sin city) es una sorpresa a medias (ya conocía de su presencia en el film) y su presentación de personajes y planos más o menos correctos y cuidados me parecen bien. Sustenta cierto interés, ya empujado por aquello de inspirado en hechos reales (ni siquiera dicen basado en), y me animo con la presentación del primer exorcismo con detalles hasta curiosos y dignos de mención.

Pero resulta que cuando la cosa parece ir muy decente, se pone en marcha la maquinaria de hacer dinero, y uno de los personajes principales, el padre Lucas interpretado por el actorazo mencionado antes, se pone en trance. Tanto el tráiler como la película se basada en la insinuación clarísima de que el mal se apodera del exorcista veterano, a eso no escapa ni el que se tape los oídos ante cualquier noticia del film, y efectivamente ese se explota a la perfección mermando la película.

El asistir a un demonio casi rapero y lleno de discursos de poca categoría, graciosillo y chuletilla, lleno de gestos dignos del programa de televisión fama, sólo es superado por un escenón del joven cura salvador y escéptico, de caritas de probecillo continuadas, en la que es consolado y apoyado por la fémina de la película a lomos del típico es tu destino. El patetismo y sencillismo de ese clímax dramático, dejan a las claras, las pocas capacidades de un guión hecho por la necesidad de una industria baja en talento.

No me ha gustado, se trata de una película sin más, como tantas, y con poderío de dinero pero vacía por la obligación de ser espectacular o llamativa con cuatro trucos digitales que no la hacen mejor, sino que consiguen más apretones de manos miedosos en las butacas. El runruneo tras las títulos de crédito era claro, sin más.